Reseñas

MOTHER EARTH

La voz del anarquismo en Norteamérica

FAL, 2021 (Madrid)

Corría el mes de marzo del año 1906 cuando vio la luz por primera vez Mother Earth, una revista mensual dedicada a las ciencias sociales y la literatura. En un primer momento, la revista pretendía ser una especie de foro de las ideas anarquistas en sentido amplio, queriendo abarcar todas las escuelas y tendencias, aunque durante los doce años en que se estuvo publicando sin interrupción no solo se centró en informar y debatir sobre los temas del momento sino que podríamos decir que fue una parte esencial de la acción.

Ideada desde tiempo atrás y publicada por Emma Goldman en Nueva York y siendo a su vez Alexander Berkman parte fundamental de la misma, haciendo labores de editor principal desde 1907 hasta 1915, su primer número contó con una primera tirada de 3000 ejemplares, que se agotaron en una semana, y una segunda tirada que le siguió de otros 1000. Contaba con 64 páginas, medía 5 x 8 pulgadas y costaba 10 centavos. En su primera portada aparecía un dibujo de Adán y Eva, desnudos bajo un árbol en flor, de cara al sol naciente y con unas cadenas rotas. Esta ilustración se repitió durante los seis primeros números, variando a partir de entonces los motivos que en ella aparecían o directamente prescindiendo de cualquier tipo de gráfico para simplemente reproducir el índice en la cabecera.

En cuanto a los temas que se trataban en la revista, eran de lo más variado: desde la represión del anarquismo, el control de la natalidad, la libertad sexual, el feminismo, el movimiento obrero, la educación, el control estatal, hasta la literatura y las artes pasando por información de actualidad social e incluso dando cuenta de las giras de conferencias que se llevaban a cabo por todo el territorio estadounidense.

Entre los cientos de publicaciones anarquistas que en esos años circulaban por Estados Unidos, Mother Earth destacaba como una de las más longevas, mejor producidas y mejor escritas. Esto seguramente debido a que por una parte Berkman era tipógrafo profesional con mucha experiencia y por otra a la lucha, la profunda determinación, la talla ética y personal y las grandes dotes de oratoria de una mujer fascinante en muchos aspectos como era Emma Goldman, que en uno de los editoriales dejaba desde el principio claras sus intenciones en cuanto a la revista con estas palabras: «mantener a Mother Earth sin obstáculos por las políticas de los partidos, libre de favoritismos sectarios y de cualquier influencia externa, por bienintencionada que sea».

Es importante no pasar por alto las circunstancias históricas en las que discurrieron los doce años de vida de la revista, época enmarcada en los años previos a la I Guerra Mundial y atravesados por un constante interés en temas como el control de la natalidad, las libertades civiles, los sindicatos industriales, la lucha por los derechos de las mujeres, el modernismo en cuanto a las artes y la literatura se refiere, la educación, la reforma penitenciaria o la pobreza creciente.

Es este caldo de cultivo lo que le permitió atesorar un importante número de lectores y lectoras que no se circunscribió únicamente a los simpatizantes de la Idea sino que supo atraer también a sus páginas a socialistas, monotributistas, militantes wobblies, reformistas sociales e incluso liberales de salón. La lista de colaboradores y colaboradoras es impresionante y denota la calidad de la revista de principio a fin. Además de la propia Goldman y de Berkman cabe resaltar a Max Baginski (primer editor de la revista), Maxim Gorky, John R. Coryell, Sadakichi Hartmann, Peter Kropotkin, Voltairine de Cleyre, Georg Brandes, Bolton Hall, Hippolyte Havel, Ben L. Reitman, Leon Tolstoi, Lola Ridge, C. L. James, Floyd Dell, Francisco Ferrer i Guardia, Harry Kelly, Don Marquis, Eugene O’Neill, Theodore Schroeder, Leonard D. Abbott, Ricardo Flores Magón, Will Durant, Bayard Boyesen, Harry Kemp, Mabel Dodge, Morris Rosenfeld, Elisée Reclus, Max Nettlau, Errico Malatesta, William Z. Foster, Margaret Anderson, Robert Henri, Margaret Sanger, Louise Bryant, Rudolf Rocker, Padraic Colum, C. E. S. Wood, Ben Hecht y Maxwell Bodenheim. En cuanto a las ilustraciones de la portada figuran Robert Minor, Jules Felix Grandjouan, Adolf Wolff, Man Ray y Manuel Komroff.

Como curiosidad, cabe resaltar que el nombre que en un primer momento se le iba a dar a la publicación por parte de Goldman iba a ser el de The Open Road, título escogido a raíz de un poema del mismo nombre de Walt Whitman, poeta de referencia en ese momento para el movimiento anarquista en suelo estadounidense. Sin embargo, un llamamiento público para recaudar fondos para la puesta en marcha de la revista provocó amenazas de denuncia por parte de otra publicación denominada de la misma forma. El nombre definitivo surgió de manera casual, durante un paseo de Goldman a finales de invierno por el campo, al observar los primeros signos de renacimiento en la naturaleza ante la primavera incipiente. En sus propias palabras: «signos que indicaban que la vida estaba germinando en el vientre de Mother Earth».

En todos sus años de vida, Mother Earth solo incluyó caricaturas políticas en una única ocasión (en el número aparecido en octubre de 1912). El dibujante fue Ludovico Caminita, que más tarde pasó a ser informante de J. Edgar Hoover durante la época del miedo rojo (1919-1920).

En cuanto a la tipografía y el formato, se mantuvieron con pocas variaciones a lo largo de los años. En la mayor parte de los números el índice va seguido o precedido de un editorial o poema. Seguidamente aparecían las diferentes colaboraciones. Uno de los artículos que se incluían de forma regular era «Comentarios y observaciones», donde se daba cuenta de noticias breves, editoriales en miniatura y seguimientos relacionados con números anteriores de la revista. A partir de abril de 1907, la propia Goldman empezó a incluir una sección en la que informaba de las conferencias que impartía por todo el país. En ella escribía sobre los lugares a los que acudía a darlas, sobre la gente que conocía allá por donde pasaba y sobre reflexiones de carácter filosófico que estas experiencias le sugerían. El nombre de esta sección de la revista fue variando con el tiempo: «En el camino», «Las alegrías del viaje», «En ruta» o «Aventuras en el desierto de la Tierra». En dichas crónicas empezó a desarrollar el estilo narrativo que llegaría a su máximo esplendor con la escritura y publicación de sus memorias, en 1931, que acabarían llamándose Viviendo mi vida, testimonio imprescindible para conocer de primera mano la actividad política radical de aquella época en EE.UU y la vecina Canadá, y que al igual que el libro que nos ocupa, fue editado hace unos años por la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.

A pesar de que la revista estaba «dedicada a las ciencias sociales y a la literatura», las secciones que se centraban en artículos de actualidad y temas relacionados con el anarquismo, eran más numerosos que aquellos reservados a la poesía, la ficción u otros escritos literarios. En todo caso, no por ello se le daba menos importancia a estos últimos.

Como se ha apuntado unos párrafos atrás, Max Baginski fue el primer editor de Mother Earth. Era un editor con amplio bagaje, tanto en alemán como en inglés, y compaginó estas labores con la edición de un periódico anarquista llamado Freiheit, el cual había sido publicado originalmente por el anarquista alemán Johann Most hasta su muerte en 1906; famoso este último por ser el ideólogo de la propaganda por el hecho y que consiguió convertirlo en una publicación de referencia entre los libertarios de Austria, Hungría y la región de Bohemia.

Una vez publicado el primer número de Mother Earth, Goldman y Baginski salieron de Nueva York, donde residían, para dar una serie de conferencias por Toronto, Cleveland y Buffalo con el objetivo de recaudar fondos para la revista. En esta última ciudad, donde cuatro años y medio antes habían asesinado al presidente McKinley, se enteraron de la muerte de Most y Goldman en particular empezó a sufrir desde ese momento una censura policial que le acompañaría ya en la mayoría de conferencias que dio en los años posteriores. Tanto es así que en los primeros diez años la detuvieron en numerosas ocasiones, aunque ninguna de ellas acabó en condena; hasta que en 1917, tanto ella como Berkman fueron condenados a dos años de cárcel por sus protestas públicas contra el reclutamiento forzoso de la población para servir en el ejército estadounidense durante la guerra y por distribuir literatura sobre «limitación de la familia».

Poco después de estos acontecimientos, Alexander Berkman, el que se convertiría en el segundo editor de la publicación y con el que Mother Earth consiguió poner en circulación 10000 ejemplares bajo su dirección, salió de prisión después de cumplir 14 años de condena por su intento de asesinato de Henry Clay Frick, representante y socio del cacique feudal Andrew Carnegie, responsable de asesinar a once huelguistas durante la huelga de las acerías de Pensilvania en 1892. Goldman esperaba el momento de la liberación de Berkman con gran expectación, ya que se conocían desde que ella llegó a Nueva York en 1889 y se unió al movimiento anarquista, profesándose una admiración que era mutua. Berkman pasó a ser el editor de la revista desde ese momento (1907) hasta 1915, tras lo cual se trasladó a San Francisco y fundó su propia revista (The Blast).

A lo largo de sus 12 años de vida, Mother Earth tuvo que enfrentarse principalmente a dos serias amenazas que podían poner en peligro su continuidad: la falta de recursos económicos y la persecución por parte del gobierno.

La revista jamás contó con una financiación estable, a pesar de los esfuerzos continuados de Goldman para encontrar la financiación necesaria por medio de giras de conferencias, bailes, ventas de libros y folletos de carácter anarquista editados bajo el sello de la Mother Earth Publishing Association, etcétera. Por su parte, Berkman nunca se preocupó de los asuntos relacionados con el tema puramente monetario y en más de una ocasión Goldman, al regresar de sus periódicos viajes, se encontraba con una situación de ruina financiera. Debido a ello hubo momentos en los que, primero de forma circunstancial y más tarde ya con carácter permanente, tuvieron que reducir el tamaño de la revista.

En cuanto a la persecución gubernamental, dondequiera que Goldman o alguno de sus compañeros y compañeras iban a dar charlas, existía el riesgo latente de la confiscación por parte de la policía de todos los ejemplares de la revista o cualquier otro tipo de literatura radical que estuviera en ese momento puesta a la venta. Aún así, en este sentido, el peligro de mayor importancia al que tuvieron que enfrentarse tenía que ver sin duda con la Oficina de Correos de los Estados Unidos. Con frecuencia este organismo, cuyo director general era Goerge von L. Meyer, tenía órdenes expresas de retener y retrasar lo más posible la distribución de los ejemplares de la revista o directamente en varias ocasiones se optaba por la confiscación completa de la misma. Además de esto, los funcionarios de las oficinas locales de correos muchas veces tenían la obligación por parte de sus superiores de facilitar los nombres y direcciones postales de los suscriptores y suscriptoras al Departamento de Justicia para la elaboración de listas negras. No contentándose con esto, Mother Earth también estaba bajo la lupa de Anthony B. Comstock y sus agentes, cuyos poderes de censura cuasi oficiales los convertían en los guardianes de la moralidad de los Estados Unidos. Por orden de este último, el número de enero de 1910 fue retenido hasta finales de mes debido a sus objeciones por causa de un artículo de Goldman titulado «Tráfico de esclavos blancos», lo que provocó un enfrentamiento público entre él y Berkman. Al final, fue la Oficina de Correos la que asestó los golpes definitivos a la revista, confiscando los números de junio y agosto de 1917 por su firme postura contra el reclutamiento militar, cosa que según la legislación que estaba vigente para los tiempos de guerra, se consideraba nada más y nada menos que espionaje.

Unos meses antes, en febrero de ese mismo año, el presidente Woodrow Wilson validó la ley de Inmigración de Extranjeros permitiendo la «deportación de extranjeros indeseables en cualquier momento después de su entrada». A pesar de que Goldman, nacida en Kaunas (Rusia) en 1869 y emigrada a EE.UU. en 1885, había conseguido hacía tiempo la ciudadanía estadounidense merced a un matrimonio temprano con un hombre llamado Jacob Kershner, del cual no tenía noticias desde hacía dos décadas, le fue revocado ese estatus debido a que había serias sospechas de que Kershner había mentido en su solicitud de ciudadanía. Por su parte, Berkman nunca se preocupó de solicitar el pasaporte estadounidense. Por tanto, en ese momento ambos figuraban como extranjeros residentes. Todo esto vino a complicar aún más las cosas para la pareja.

El 2 de marzo de 1917, Nicolás Romanov abdicó del trono ruso y el 6 de abril Estados Unidos declaró la guerra a las Potencias Centrales, preparándose para instituir el reclutamiento militar universal. Al mes siguiente, el 9 de mayo, en la sede de Mother Earth, se creó la Liga de No Conscripción. Desde entonces hasta el 5 de junio, Goldman y Berkman asistieron a cuatro manifestaciones en contra del reclutamiento, dando como resultado que el día quince de ese mes las oficinas de Mother Earth fueron allanadas, siendo detenidos tanto Goldman como Berkman. La sobrina de Goldman, Stella Comyn, mantuvo la revista en pie hasta agosto, fecha en la que llegó a su fin. En octubre volvió a revivir publicándose con el nombre de Mother Earth Bulletin. Se trataba de un boletín de ocho páginas con las mismas dimensiones que la revista pero a doble columna y con letra minúscula. El contenido principal estaba fundamentalmente relacionado con la guerra, la revolución bolchevique en Rusia y la actualidad relacionada con la situación procesal de Goldman y Berkman.

El juicio se celebró casi de manera inmediata a la detención, del 27 de junio al 9 de julio, dándose por seguro que el destino de los dos extranjeros más indeseables de todo Estados Unidos iba a ser su encarcelamiento y posterior deportación; como así ocurrió finalmente. Sin embargo, antes de la finalización de ese mismo verano, la pareja fue puesta en libertad bajo fianza (a la espera de su apelación al Tribunal Supremo). En ese periodo, regresaron a Nueva York para unirse a la sobrina de Goldman en la tarea del lanzamiento del Molther Earth Bulletin, y Goldman retomó las giras de conferencias a propósito de la Revolución Bolchevique en marcha. En un principio, tenía muchas esperanzas puestas en dicho proceso revolucionario, aunque a tenor de los acontecimientos que se iban sucediendo, acabó por abjurar del mismo con una tremenda desilusión.

Su libertad terminó el día 28 de enero de 1918, fecha en la que el Tribunal Supremo rechazó la apelación, y en abril llegó a su fin la corta vida del Mother Earth Bulletin, incluyendo un texto a modo de despedida de su creadora remitido desde la cárcel de Jefferson City.

Goldman y Berkman fueron liberados finalmente en otoño de 1919, siendo deportados a finales de año y llegando a Rusia el 19 de enero de 1920. Su desencanto fue tan grande que a finales de 1921, tras menos de dos años allí, se exiliaron nuevamente. Siguieron dando la batalla allá por donde pasaron, hasta el final de sus vidas. Alexander Berkman puso fin a su vida el 28 de junio de 1936 y Goldman falleció el 14 de mayo de 1940, en Toronto (Canadá).

Así llegó a su fin la fascinante vida de la creadora de Mother Earth, publicación anarquista de referencia en suelo estadounidense e incluso en otros países de habla inglesa, que contribuyó a esparcir durante doce años una semilla que no ha dejado de germinar y que siempre será un referente de las revistas antiautoritarias a lo largo y ancho del globo. Ahora, por primera vez traducido al castellano, este libro coeditado gracias a la colaboración de la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Corazones Blindados, Fundación Aurora Intermitente y la Fundación Centro Europeo para la Difusión de las Ciencias Sociales, nos permite adentrarnos en una selección de algunos de los mejores textos aparecidos en ella.

Desde estas líneas solo nos queda por resaltar la profunda admiración por la labor infatigable de Goldman y de todas aquellas personas, militantes anarquistas de principios del sigo XX, que la acompañaron en la propagación del ideal libertario. Cerremos con una frase suya: «la propaganda anarquista no pierda nada de su espíritu de lucha ni de su determinación de seguir adelante, de continuar en su trabajo de agitación y educación intransigente». Salud y provecho.

Alfonso Molino

Mother Earth. La voz del anarquismo en Norteamérica, publicado por la Fundación Anselmo Lorenzo, FAL, en Madrid, 2021. Lo podéis encontrar en nuestra librería.