Reseñas
Umberto Tommasini
EL HERRERO ANARQUISTA. MEMORIAS DE UN HOMBRE DE ACCIÓN
El 22 de agosto de 1980, a los 84 años, fallecía el anarquista de origen italiano Umberto Tommasini. Sobre su tumba, uno de sus compañeros del grupo Germinal, expresó en un epitafio con extraordinaria precisión y sencillez la apasionada vida de su amigo: Ha muerto un hombre libre, Umberto Tommasini.
Con la noble intención de rescatar de las fauces del anonimato para l@s lectores/as castellanoparlantes a una figura trascendental para el movimiento anarquista italiano y europeo durante la mayor parte del siglo XX la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo publica en 2014 el libro de memorias Umberto Tommasini. El herrero anarquista. Memorias de un hombre de acción. La edición está a cargo de Claudio Venza, profesor de Historia contemporánea en la Universidad de Trieste y, en los años 90 en la Universidad Autónoma de Barcelona. Director, con Alfonso Botti, de la revista Spagna Contemporanea y promotor junto a Giampietro Berti del Dizionario Biografico degli Anarchici Italiani. Autor a su vez de otros libros como Anarchia e potere nella guerra civile spagnola.
El libro viene estructurado en tres partes bien diferenciadas siendo la primera de ellas una introducción histórica a las memorias de Tommasini a cargo del autor seguido de las memorias propiamente dichas (transcripción de la autobiografía oral de Tommasini grabada en 1972 por Clara Germani) y finalizando con una entrevista al escritor triestino Claudio Magris sobre el libro Umberto Tommasini, el herrero anarquista. Autobiografía entre Trieste y Barcelona, Roma, Odradek, 2011. La traducción es obra de Paca Rimbau Hernández. En sus páginas centrales podemos encontrar también un buen número de fotografías que muestran de forma gráfica a nuestro protagonista en diferentes momentos de su apasionante vida.
A través de las páginas de este libro nos adentraremos en la vida de un hombre que vivió seguramente todos los acontecimientos importantes del siglo XX en cuanto a la historia con mayúsculas se refiere. 50 años de militancia y compromiso en la lucha, de honestidad y coherencia lo corroboran.
Nació en 1896 en Vivaro, una pequeña población cercana a Pordenone en una de las zonas más pobres de la región de Friuli, situada en el nordeste de Italia y haciendo frontera con Eslovenia, Austria y el mar Adriático. Debido al atraso económico, cultural y social de esta parte de la Italia de la época la familia se ve obligada a emigrar a la ciudad de Trieste en busca de una vida con mejores perspectivas. El primero en hacerlo fue el padre, Angelo Tommasini, un obrero no cualificado que en un principio y llevado por la corriente de conformismo hacia las instituciones dominantes que imperaba en esa época en la sociedad campesina friuliana, llamó Umberto a su tercer hijo en homenaje a uno de los soberanos de la casa de Saboya aunque al tiempo de llegar a Trieste se hizo socialista, ideología que ya no abandonaría jamás. Luego, tras el fallecimiento de la madre, Bernardina Tommasini, l@s cuatro herman@s se trasladaron junto a su padre a la ciudad adriática que en ese momento, aunque pertenecía al Imperio austrohúngaro vigente desde 1867, mantenía unos fuertes vínculos culturales con las regiones vecinas de Italia. Primer puerto comercial dentro del mismo, en el siglo xx la ciudad experimentó un desarrollo sin precedentes gracias al comercio y a la industria naval y se convirtió en la cuarta ciudad del imperio en 1910 después de Praga, Viena y Budapest. Tras la Primera Guerra Mundial, en 1918, el llamado compromiso austrohúngaro fue disuelto y Trieste pasó a formar parte del Reino de Italia.
«Durante la década de 1920 fue desencantándose de forma paulatina con l@s socialistas y finalmente l@s abandona, no llegando tampoco a entrar en el recién creado Partido Comunista Italiano, nacido como una escisión revolucionaria del partido socialista, ya que a su modo de ver estaba excesivamente estructurado y jerarquizado. Es en ese momento cuando empieza a militar en el movimiento anarquista…»
A la edad de 13 años, en 1909, Umberto empezó a trabajar como aprendiz de herrero y participó en su primera manifestación, una protesta organizada contra la sentencia a muerte por parte del estado español al pedagogo anarquista Francisco Ferrer i Guardia acusado de ser el instigador principal de los sucesos de la llamada Semana Trágica de Barcelona. Su condena a muerte y posterior ejecución tuvieron una gran repercusión y levantaron una oleada de protestas por toda Europa y América.
Cinco años después de aquel suceso y toda vez que adquirió la mayoría de edad, Umberto, junto a otros triestinos abjuró de la religión católica debido a la responsabilidad directa que tuvo la iglesia en el asesinato del pedagogo catalán.
Poco a poco nuestro protagonista fue frecuentando junto a sus tres hermanos varones los círculos socialistas y el famoso Circolo di Studi Sociali de la ciudad. Su padre, también un habitual del club, recupera los libros de ideas socialistas más antiguos que iba encontrando y los lleva a Vivaro, donde abre una pequeña biblioteca pública que ocupa una de las dos habitaciones de la pequeña casa familiar. Esta será la primera biblioteca propiamente dicha del distrito de Pordenone.
Los cuatro hermanos Tommasini poseían unas grandes inquietudes intelectuales interesándose desde bien jóvenes por comprender todo aquello que los rodeaba. A través de libros, prensa, debates, charlas y el contacto con la calle van construyendo los cimientos de lo que será su posición política respecto a una sociedad que condena a la mayor parte de la población a la miseria material. A pesar de que Trieste era considerada entonces una ciudad rica y próspera la realidad de los barrios populares no se ajustaba para nada a esa definición. En ellos miles de personas sobrevivían haciendo frente a la superpoblación, las enfermedades, la desnutrición, el alcoholismo, la mortalidad infantil, la prostitución y el suicidio. Todo ello fue forjando en Umberto un espíritu crítico e indomable, luchador e inconformista.
El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 interrumpió la formación cultural y política de Umberto. La familia decidió volver al Vivaro natal pensando que todo se resolvería en poco tiempo. En las postrimerías de 1915 fue llamado a filas y participa en la guerra siendo ubicado en un departamento de ametralladoras. Después de un constante vaivén de situaciones en las que resulta herido y abandona y regresa al frente en más de una ocasión, en octubre de 1917, después de la derrota en la batalla de Caporetto, es hecho prisionero e internado en el tristemente famoso campo de concentración austriaco de Mauthausen. Es aquí donde, con poco más de 20 años, estuvo al borde de la muerte debido a la inanición y a la progresiva merma física y mental debido a las condiciones infrahumanas que vivieron él y sus compañeros. Al acabar la guerra y después de una pequeña odisea consiguió regresar a Italia por sus propios medios y ya en 1919 volvió a su herrería en Trieste y empezó a mantener los primeros contactos con grupos libertarios de la ciudad.
Durante la década de 1920 fue desencantándose de forma paulatina con l@s socialistas y finalmente l@s abandona, no llegando tampoco a entrar en el recién creado Partido Comunista Italiano, nacido como una escisión revolucionaria del partido socialista, ya que a su modo de ver estaba excesivamente estructurado y jerarquizado. Es en ese momento cuando empieza a militar en el movimiento anarquista aunque no será el primero de la familia en hacerlo. Su hermano mayor, Vittorio, había conocido durante la guerra en la isla de Cerdeña a los anarquistas triestinos que como antimilitaristas fueron también confinados, uniéndose rápidamente a ellos. Con el tiempo sus otros dos hermanos también engrosarían las filas libertarias quedándose únicamente su padre como fiel socialista hasta el fin de sus días. Al decir de compañer@s que más tarde tendría en el grupo Germinal el progresivo acercamiento que Umberto tuvo hacia el anarquismo era cuestión de tiempo ya que su espíritu rebelde, combativo y antiautoritario desde bien joven prefiguraban dicho paso.
En los años sucesivos participó activamente en las luchas sindicales y políticas de Trieste enfrentándose en numerosas ocasiones a los escuadrones fascistas que empezaban a ganar terreno. En 1925 conoce a Camilo Berneri y a Gino Bibbi en la conferencia de la Unión Anarquista Italiana de Milán. Compañeros destacados dentro del anarquismo transalpino y a la postre combatientes de las filas libertarias en la Guerra Civil española, mantendría ya el contacto con ellos para siempre. El 11 de septiembre de 1926 colabora en el intento de atentado fallido contra Mussolini y con el tiempo se va haciendo un nombre dentro del movimiento que hace que las autoridades fascistas lo detengan varias veces siendo uno de los primeros antifascistas confinado en las islas de Ustica y Ponza, donde pasó 5 años de su vida. Tras el destierro, vuelve a Trieste en 1932 y después de algunas semanas consigue llegar a París previo paso por Austria y Suiza. Durante el tiempo que permanece en la capital francesa participa activamente en el movimiento antifascista en el exilio hasta que en julio de 1936 estalla la Revolución Española y decide adherirse a la columna Ascaso creada por la CNT-FAI. Dicha columna estaba compuesta inicialmente por un@s 2000 milician@s mayoritariamente anarquistas de l@s cuales un@s 800 eran voluntari@s internacionales entre l@s que se encontraban Umberto Tommasini y Camilo Berneri formando parte de l@s 120 que provenían de la región italiana y encuadrad@s dentro de la centuria Errico Malatesta. Participó en varias batallas dentro del frente aragonés pudiendo aportar su experiencia previa granjeada en la Primera Guerra Mundial sobre todo a la hora de disponer las trincheras y refugios ante los ataques del enemigo.
«… siguió militando en el movimiento libertario hasta su muerte, publicando el periódico Germinal, asistiendo a marchas antimilitaristas, congresos de la Federación Anarquista Italiana y toda suerte de manifestaciones o acciones que requirieran su aportación siendo un nexo fundamental entre la militancia histórica y las nuevas generaciones de jóvenes triestin@s que se interesaban por el anarquismo»

En febrero de 1937 es arrestado por los estalinistas de la GPU durante un intento de sabotaje de la marina franquista siendo encarcelado posteriormente en Valencia durante varias semanas. Allí fue sometido a constantes interrogatorios, maltratos y amenazas de muerte. En abril es finalmente liberado y de camino a Barcelona ve por última vez a un agotado Camilo Berneri que al poco tiempo sería asesinado por los comunistas.
Tras los sucesos de mayo del 37, fecha en que la revolución anarquista se vio finalmente marginada por la fuerzas políticas republicanas y comunistas, Tommasini decidió no regresar a España y establecerse de nuevo en París llevando a cabo acciones contra el fascismo y, debido a la experiencia con l@s estalinistas en la Guerra Civil española, también contra el totalitarismo bolchevique.
A partir del verano de 1937 las condiciones de vida de l@s anarquistas italian@s en Francia empeoraron considerablemente debido a que el gobierno intentaba evitar problemas con la Italia fascista y, tras el arresto de los llamados Expropiadores, desencadenó una persecución brutal de anarquistas por todo el país. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial Tommasini fue detenido en 1940 e internado en el campo de concentración de Vernet d’Ariege, al pie de los Pirineos, donde conoció al escritor Arthur Koestler. Desde ahí y después del armisticio firmado entre Francia e Italia que incluía la repatriación forzosa de casi 400 antifascistas encerrados en Vernet, fue expatriado a su país de nacimiento después de casi 9 años de exilio y confinado en la isla de Ventotene desde 1941 a 1943 junto a otr@s 800 pres@s polític@s antifascistas de todas las tendencias de l@s cuales l@s anarquistas eran la segunda fuerza política después de l@s comunistas con 140 integrantes. A partir de la caída de Mussolini, el 25 de julio de 1943, empezaba a despejarse el panorama para l@s recluid@s aunque la liberación se produjo de forma escalonada y en el caso de Tommasini, que ya contaba con 47 años a sus espaldas, no fue hasta el mes de septiembre que fue liberado una vez desmantelado el campo. Mientras que much@s anarquistas entran entonces en la Resistencia contra los nazis, él se mantiene al margen ya que entre l@s partisan@s dominaban l@s comunistas y tras las malas experiencias vividas con ell@s en su época en España y Francia descarta esa posibilidad. Luego permanece en los Apeninos Emilianos, reanudando el contacto con l@s compañer@s anarquistas y ayudando a l@s desplazad@s.
Finalizada la II Guerra Mundial Tommasini se establece definitivamente con su familia en la Trieste administrada por el Gobierno Militar Aliado. Junto a compañer@s del exilio funda entonces el Grupo Anarquista Germinal y el periódico homónimo. Aunque los medios económicos con los que contaban eran muy escasos consiguieron salir adelante con ambos proyectos.
En ese momento los movimientos políticos y sociales de la ciudad se encontraban inmersos en el problema de la cuestión nacional. Por un lado estaban l@s nacionalistas de tendencia filoitaliana, adscrit@s mayoritariamente a posiciones políticas más conservadoras y por el otro l@s que defendían la adhesión de Trieste a la Yugoslavia de Tito. El movimiento obrero de la ciudad se encontraba dividido también entre estos dos polos aunque aquell@s que apoyaban la vía italiana eran claramente minoría. L@s anarquistas triestin@s, fieles al internacionalismo que propugnaban, renegaron abiertamente de estas luchas de carácter nacional. Tommasini, en una carta de 1947, define la situación de Trieste en ese momento como una verdadera batahola nacionalista. Nosotros que estamos contra unos nacionalistas y contra otros porque sabemos que ninguno es honesto podéis imaginar las condiciones en las que nos encontramos. Pero a pesar de ello no nos cansamos de denunciar con todas nuestras fuerzas el peligro y la responsabilidad de este estado de cosas. Tan es así que en ese mismo año es arrestado y vuelve a pisar la cárcel por una condena de 11 meses por pegar carteles con propaganda ilegal.
En general la posguerra y los años que la siguieron fueron una época de vacas flacas para el anarquismo triestino que fue perdiendo fuerza de forma progresiva debido a múltiples razones entre las que destacaban el cambio demográfico sufrido por la ciudad, el rápido y fuerte crecimiento del Partido Comunista o la fractura generacional provocada por la herencia de 20 años de fascismo que desarticuló a buena parte de la militancia e impidió la necesaria renovación con la adhesión de jóvenes que le insuflaran de nuevas fuerzas y objetivos al movimiento libertario de posguerra. Sin embargo, después de más de dos décadas en esta situación, con altibajos constantes en cuanto a militancia e influencia en las luchas políticas y sindicales que se libraban se refiere, el soplo de aire fresco que significó mayo de 1968 en buena parte de Europa, vino a favorecer un resurgir de un movimiento de marcado carácter juvenil que engrosó de una manera importante las filas libertarias. La acción directa, la autogestión, el antiautoritarismo o el rechazo al delegacionismo se convirtieron en pilares fundamentales del ambiente político reinante en ese momento. Toda esta situación pilla a Tommasini totalmente activo y dispuesto a trabajar codo con codo con l@s jóvenes que se sumaban a pesar de contar ya con más de 70 años. Junto a ellos abre una nueva sede del Grupo Anarquista Germinal llevando a cabo numerosas actividades y se sitúa en primera fila de las luchas del momento. En 1971 sustituye a Alfonso Failla al frente de Umanità Nova, el histórico periódico anarquista fundado en 1920 por Errico Malatesta entre otr@s compañer@s. Se mantiene en el cargo hasta 1979, apenas un año antes de su muerte.
Aunque su autobiografía se detiene en 1972 siguió militando en el movimiento libertario hasta su muerte, publicando el periódico Germinal, asistiendo a marchas antimilitaristas, congresos de la Federación Anarquista Italiana y toda suerte de manifestaciones o acciones que requirieran su aportación siendo un nexo fundamental entre la militancia histórica y las nuevas generaciones de jóvenes triestin@s que se interesaban por el anarquismo. En sus últimos años se ilusionó mucho con el importante resurgimiento del movimiento libertario en el estado español a la muerte del dictador y después de 40 años franquismo.
Muere en Vivaro en el verano de 1980, ciudad que le vio nacer 84 años antes, dejando un legado de lucha y compromiso difícilmente igualable que queda reflejado a la perfección en la magnífica conversación que se desarrolla en el libro y que sirve como autobiografía oral de un personaje fundamental para el movimiento anarquista italiano y europeo en el siglo XX. Una época de cambios y procesos trascendentales para el devenir político en Europa que Tommasini vivió en primera persona y en la que participó activamente ofreciendo, como tant@s otr@s compañer@s, los mejores años de su vida en pos del más bello ideal con una generosidad y honestidad admirables.
En palabras de Claudio Venza: Umberto Tommasini no ha dejado ningún testamento escrito, pero su vida entera representa un cumplido ejemplo de dignidad humana. Su autobiografía oral nos transmite a todos una experiencia fascinante en la que la pobreza en medios materiales se conjuga con la riqueza en ideales y valores éticos.
De manera complementaria a este libro existe un documental sobre su figura aparecido también en 2014 llamado An anarchist life y que está dirigido por Iván Bormann y Fabio Toich. Tanto uno como el otro representan una ocasión inmejorable de profundizar en la persona y en el personaje histórico, en el humilde herrero y en el luchador infatigable. Que os aproveche esta estupenda lectura compañer@s.
Alfonso Molino
Umberto Tommasini. El herrero anarquista. Memorias de un hombre de acción. Claudio Venza; publicado por la Fundación Anselmo Lorenzo, FAL, en 2014, Madrid.
Precio 15,00 €