Siendo poco habitual que el documento del mes se centre en narrativa, en esta ocasión hemos querido acercarnos a una novela de denuncia pionera: Sébastien Roch, de Octave Mirbeau.

La vida de Mirbeau (1848-1917) abarca una época de la historia de Francia pródiga en acontecimientos y en personajes fascinantes, como nuestro autor. Nacido en la burguesía rural, Mirbeau no es fácil de clasificar políticamente. Tras una primera adscripción al bonapartismo, pasa por la “nueva derecha” y acaba relacionado con el anarquismo, colaborando en prensa libertaria desde 1883. Este eclecticismo no dejaba de ser habitual en una época convulsa; contemporáneos como George Sorel o William Morris también siguieron trayectorias complejas.

Para entender a Mirbeau hay que entender su absoluta alergia a la moral y a la política convencional: “el halo de respetabilidad salvaguarda el desorden social”. Todo es apariencia (educación, religión, patria, república, democracia, familia,…) y él quiere arrancar a toda costa esa máscara desde la escritura. Ya sus primeras y furibundas colaboraciones en la revista Les Grimaces le cuestan cuatro duelos. Toda su vida fue un ejemplo de intelectual comprometido (p. ej., con el caso Dreyfuss) y un adelantado a su tiempo (v.g., en temas de ecología o animalismo). Zola dijo de él: “justiciero que ha dado su corazón a los miserables y a los que sufren”.

Sébastien Roch es la tercera novela de Mirbeau. El ejemplar que conserva la FAL es una edición de Fayard, no fechada, pero que con toda probabilidad es anterior a 1900.  El tema de la novela (recordemos que hablamos de 1890) no tiene precedentes y seguirá siendo tabú un siglo después: los abusos sexuales a menores por parte de la iglesia.

La obra es en parte autobiográfica, una especie de “liberación por la pluma” escrita con precisión notarial, ya que el propio Mirbeau estudió con los jesuitas en Vannes, lugar en el que transcurre la novela, de dónde fue expulsado (y su expediente convenientemente “desaparecido”). Pero para Mirbeau no sólo el colegio es el culpable de la situación de Sebastien, sino también la familia y la sociedad, lo que llamaba “la Santísima Trinidad de la educastración”. La secuela de los abusos que sufre Sebastien es la muerte de su alma, la incapacidad para amar o relacionarse de forma sana. Esa muerte no será vana si puede sacudir nuestras conciencias.

Como es lógico, el escándalo de la novela fue mayúsculo. Sin embargo, la iglesia y sus escuderos habían aprendido la lección. Con El calvario, novela anterior de Mirbeau, los ataques fueron furibundos en toda la prensa, lo que tuvo el efecto de disparar sus ventas. Sin embargo, con Sébastien Roch la respuesta fue el silencio y el vacío.

Para nosotros, la novela es estremecedora y no ha perdido un ápice de su fuerza. La edición además es una delicia, con ilustraciones basadas en acuarelas de Carrey. La biblioteca de la FAL también conserva otras obras de Mirbeau, como El calvario, El abate Julio o La sociedad moribunda y la anarquía. Un escritor imprescindible.

Miguel Ángel Pérez Cabello