En el prólogo de la obra, el director de La Novela de Hoy repara en el trágico final de la pequeña novela, que pareciera premonitorio. Juan Antonio, el protagonista de la historia, cae acribillado por las balas de la reacción, en plena calle, y su cuerpo queda tendido sobre un charco de sangre. «Sus compañeros se acercaron a socorrerle; pero era inútil; el proyectil le había destrozado el corazón». La ilustración de Ramos que adorna el cierre del folleto, acompaña la escena a la perfección.

Hablamos, por tanto, de un pequeño folleto ilustrado que narra la historia de un trabajador que poco a poco va ganando conciencia de clase y que, finalmente, es asesinado por los enemigos de la clase obrera. Una historia sencilla que, sin embargo, tiene mucho que ver con el día a día de buena parte de la clase obrera catalana durante aquellos años de plomo, cuando los derechos laborales se defendían poniendo el cuerpo hasta las últimas consecuencias.

Seguí, al igual que Juan Antonio, fue asesinado por los pistoleros de la patronal, pero no fue el único. De hecho, Frances Comas “Paronas”, otro militante libertario, también falleció a consecuencia de las heridas producidas por los disparos de los mismos asesinos que atentaron contra Salvador Seguí. Ellos dos ejemplifican a la perfección el terrible sacrificio que hicieron todos aquellos compañeros y compañeras que, también durante la etapa oscura del pistolerismo patronal, lo dejaron todo para que los sueños de libertad y justicia social de la gran masa de explotados se hicieran realidad.