La edición por el Consejo Municipal (CNT-UGT) de Alcañiz (Teruel, España) en junio de 1937 de un billete de 50 céntimos de peseta, representa la puesta en práctica de la reorganización de la sociedad realizada por la clase trabajadora, desde el 19 de julio de 1936 hasta abril de 1939, que venía realizando en gran parte de la Península Ibérica (España), y como respuesta a un Golpe de Estado fascista. 

Alcañiz, fue uno de los numerosos municipios de la España de 1936, que, frente al Golpe de Estado fascista del 18 de julio de 1936 del ejército, la iglesia católica, los terratenientes y capitalistas, hicieron frente al mismo por medio de la revolución social anarquista: el comunismo libertario, las colectividades libertarias.

El 19 de julio de 1936 será recordado como el día más importante de toda la Historia de la Humanidad. Los trabajadores de la localidad de Alcañiz, y de otras muchas más de toda España (más de dos millones de trabajadores, según estimaciones muy prudentes) derrotan al Golpe de Estado fascista y proclaman el Comunismo Libertario, también conocido como las Colectividades Libertarias y la Anarquía. Ha triunfado la Revolución Social en su totalidad por primera vez en la Historia de la Humanidad.

El 19 de julio de 1936 constituye la mayor gesta histórica mundial realizada por la sociedad, por millones de trabajadores de ideas anarquistas y orientado por las organizaciones anarquistas del Movimiento Libertario: Confederación Nacional del Trabajo (CNT), Federación Anarquista Ibérica (FAI), Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), Mujeres Libres (MMLL), Ateneos Libertarios y Escuelas Racionalistas.

 Por fin triunfa la Revolución Social, se realiza el ideal de todos los revolucionarios y, se acaba con siglos de dominación y esclavitud; de explotación y miseria; de ignorancia y religión; de desigualdades e injusticias económicas y sociales; de propietarios y desheredados; de militarismo, violencia y brutalidad; de feudalismo, monarquías, repúblicas y gobiernos; de capitalismo y estado; de autoridad y clases sociales. Se derrota por fin a un régimen político, militar, económico, religioso y social inhumano, cruel e injusto.

Las clases sociales son abolidas, la igualdad económica y social una realidad, iguales derechos e iguales deberes. La sociedad es completamente reorganizada por los trabajadores, sin estado, sin gobierno, en anarquía, sin propiedad ni capitalismo, sin asalariados, sin moneda. La moneda es suprimida, solo se la considera como unidad de cuenta, no tiene poder de acumulación ni de propiedad. Solo es un elemento de la contabilidad.

La organización social y económica federalista de las colectividades libertarias sustituye al mundo opresor e injusto que se destruye. Todo se organiza de abajo a arriba, en libertad e igualdad, con justicia económica y social, en solidaridad, con la ética de la ayuda mutua: «de cada cual, según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades». El gobierno es sustituido por la administración de las cosas; la explotación del ser humano es suprimida por la colaboración y la igualdad económica de todos y, la distribución justa e igual de la riqueza, la propiedad suprimida; la ignorancia de la religión y de la iglesia católica reemplazada por una pedagogía libertaria y una cultura racionalista; la infancia adquiere una educación racional y libre, integral y solidaria; el amor libre una realidad; el ejercito es abolido y, las milicias populares se encargan de la defensa de la revolución; la naturaleza es tratada con armonía y equilibrio; la mujer adquiere su condición social y humana de libertad, igualdad y dignidad; las relaciones sociales son completamente libres y humanas; una nueva ética social y humana impregna a toda la humanidad, la ética de la solidaridad y del apoyo mutuo. Un nuevo ser humano, social y libre da vida a una nueva sociedad.

La Revolución Social fue posible por la confianza de los trabajadores y de la sociedad en sí mismos, se hicieron protagonistas de su propia historia, de sus vidas y pasiones, apartaron de su lado a los políticos y burócratas, actuaron libre y directamente, con conciencia social y solidaridad, con conciencia y voluntad de seres dignos.

Esta confianza y autoorganización se las dieron las ideas anarquistas y sus organizaciones de trabajadores del movimiento anarquista que, durante decenas de años realizaron una labor de educación y organización, una acción sindical, económica, social y cultural revolucionaria, de transformación completa de la sociedad, orientada por un ideal de libertad, igualdad, justicia y solidaridad, por medio de una acción directa, coherente de medios y fines, de identificación de ideas, acciones y objetivos.