DOCUMENTO DEL MES Febrero 2021

ViaJe por Icaria, Étienne Cabet

«Nauvoo podía ser la Icaria que Cabet había soñado y en la que todos habían creído allá en Europa, cuando los periódicos socialistas del continente anunciaron que se buscaban colonos que quisieran embarcarse al nuevo mundo y hacer realidad el sueño de una comunidad socialista. Mil quinientas personas habían respondido a la convocatoria: había españoles, suizos, ingleses, alemanes, italianos, húngaros, suecos. Todos habían leído Viaje por Icaria, todos soñaban con un país donde no existiese el dinero ni la propiedad privada, donde el Estado organizase la producción de la industria y asegurase el suministro de todos los servicios, donde las decisiones fuesen tomadas en asambleas comunales, donde no hubiese ricos y pobres, patrones y trabajadores». Con este párrafo nos cuenta Layla Martínez en Utopía no es una isla (Episkaia. Madrid: 2020) el influjo que en las clases populares tuvo el libro del que hablamos hoy, cuya edición en castellano de 1848 conservamos en la biblioteca de la Fundación.

Efectivamente, a mediados del siglo XIX el libro de Étienne Cabet corría de mano en mano por los círculos obreros y artesanos, generando preguntas, debates y fundadas ilusiones de transformación social. Muchos soñaban con sacudirse el yugo del dominio de una burguesía cuyas ansias de poder corrían paralelas al desarrollo del industrialismo. Publicado por primera vez en 1840, el texto que ponía negro sobre blanco las bases de la sociedad icariana llegó rápidamente a miles de lectores. Sin duda alguna, la explosiva divulgación de la obra sentó las bases para que, años después, Cabet decidiera hacer un llamamiento público para que trabajadores de distinta condición se sumaran al proyecto de poner en pie una comuna socialista en Estados Unidos. Para ello utilizó las páginas del periódico Le Populaire.

Sin embargo, el impacto de la obra de Cabet fue mucho más allá de las fronteras de Francia, siendo traducida rápidamente a varios idiomas. En España, sería Narcís Monturiol, que sobre todo es conocido por la invención del submarino, uno de los principales divulgadores de la obra. Fue precisamente en La Fraternidad, el periódico que dirigía Monturiol, donde se publicó por primera vez la traducción al castellano de Viaje por Icaria. También sería el ingeniero catalán el traductor de la edición de 1848 que custodiamos, aunque la traducción de las 144 primeras páginas corrió de la mano de su amigo Francisco José Orellana, otro de los destacados militantes cabetianos de Cataluña. Hay que recordar que sería en Barcelona, más concretamente en Poble Nou, donde se fundará una de esas sociedades icarianas de las que hablamos. Anselmo Clavé, Abdón Terradas y Ceferino Tresserra fueron algunos de los cabetianos que animaron la experiencia en la ciudad condal.

La historia de las colonias icarianas en Estados Unidos no fue, sin embargo, tan exitosa como el impacto editorial de la obra literaria que las inspiró… Pero el devenir de las comunas puestas en pie por Cabet y sus seguidores en Estados Unidos excede el breve espacio del que disponemos para este texto.

 

Viage [sic] por Icaria. Étienne Cabet (1788-1856). Imprenta y Librería Oriental. Barcelona: 1848. Biblioteca Fundación Anselmo Lorenzo.

La Biblioteca Nacional de España conserva una copia de la misma edición digitalizada y accesible en línea pinchando aquí.