
No a los
ejércitos
Documento del mes,
julio 2025
La labor que desempeñamos desde la FAL, a través del tratamiento de los fondos documentales depositados en el archivo de la Fundación, tiene como objetivo fundamental preservar y recuperar la memoria de la tradición militante libertaria, con el fin de analizar sus experiencias para ponerlas al servicio de los combates sociales y sindicales de hoy.
No obstante, dentro de nuestro acervo documental contamos con documentación procedente de numerosos movimientos sociales con los que, aun no inscritos necesariamente a la corriente del anarquismo, se comparte la barricada de la lucha social y la acción directa. En esta línea cabe destacar buena parte de la documentación conservada en el Fondo Luis Moreno, producida y, sobre todo, colectada por el militante cenetista durante los años de la oposición antifranquista, la transición y la ofensiva neoliberal de finales del siglo XX. Durante este período tuvo como afán recoger la cartelería de las grandes y pequeñas movilizaciones que transcurrieron en Madrid. De este conjunto, y en este contexto en el que de nuevo los gobiernos de todo el mundo tratan de encuadrar a la sociedad en una retórica belicista bajo la bandera del rearme con el que justificar grandes trasvases de dinero público a los complejos financieros e industriales que hacen negocio del militarismo y las pugnas imperialistas, queremos traer este cartel del movimiento de insumisión al servicio militar obligatorio.
Como queda atestiguado en el cartel, se trató de un movimiento de la juventud impulsado desde asambleas autónomas, colectivos de base y sindicatos combativos agrupados en un primer momento bajo la coordinación del grupo Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC). Aunque se fraguó como un movimiento social heterogéneo, mantenía un consenso en torno al antimilitarismo y la vía de lucha de la desobediencia civil para desafiar tanto a la legislación que obligaba al servicio militar como la fuerte represión que se desató por parte de la judicatura para aplastar a este movimiento. Cabe destacar que la decisión de desacato no se reducía solo al reclutamiento militar sino también a la prestación social sustitutoria, una salida individual que ofrecía el gobierno para que quien quisiera objetar a la mili, hiciera por contra un servicio a la comunidad, con el fin de neutralizar las reivindicaciones y desactivar el potencial político de este movimiento de base. Sin embargo, el movimiento de insumisión, bajo su compromiso antimilitarista, mantuvo una pugna ideológica completa y radical al rechazar esta medida, denunciando que no se podía penar ni castigar la decisión de desacato al reclutamiento militar, pues su compromiso no tenía que ver con una decisión vital sino con no colaborar socialmente con un modelo social y político vinculado a las intervenciones imperialistas.
Organizados de una manera horizontal y asamblearia, las acciones de este movimiento fueron fundamentales para la creación de una red de apoyo a los objetores e insumisos que llegó a sostener un ciclo de movilización de tres décadas. A pesar de las multas, detenciones, juicios civiles y militares contra los activistas de este movimiento, el pulso de la desobediencia civil continuó creciendo. En 1990 se presentaron insumisos hasta 2.450 compañeros. El impacto de este movimiento abrió una fuerte crisis en el sistema de reclutamiento y ganó mucha simpatía social, generando una gran impopularidad a la mili, circunstancia que fue decisiva para la retirada del servicio obligatorio en 2001. Además, la experiencia de este movimiento fue más allá de sus consignas, dejando una experiencia basada en la horizontalidad, la acción directa y la desobediencia civil colectiva como estrategias útiles para la lucha.
Laura Calderón
Integrante del grupo de colaboradores y colaboradoras del archivo de la FAL
No a los ejércitos. Varias organizaciones y colectivos. Madrid. 1990. Fondo Luis Moreno (FLM). Archivo Fundación Anselmo Lorenzo.