Entrevistas

José Luis Carretero Miramar

Entrevista a José Luis Carretero Miramar sobre su libro Eduardo Barriobero, las luchas de un jabalí, publicado por Queimada ediciones en 2017.

Barriobero nació en Torrecilla, en Cameros (La Rioja), estudió Derecho y consiguió una plaza de Registrador de la Propiedad en San Martín de la Vega. Renunció a una vida convencional para introducirse en la bohemia madrileña y dedicarse a escribir novelas y artículos en diversas publicaciones, actividad que lo condujo en reiteradas ocasiones a la cárcel por delitos de imprenta. En este periplo por los calabozos, comprobó la indefensión en la que se encontraban las personas más desfavorecidas frente a los tribunales y decidió ejercer de abogado de obreros, campesinos y anarcosindicalistas. Este fascinante personaje que nos presenta Carretero como “transgresor, rupturista, creativo” fue además masón, republicano federal y en algunos mítines llegó a declararse abiertamente anarquista; presidió un tribunal revolucionario durante la guerra civil, fue varias veces diputado, magnífico orador, editor, publicista, traductor y cenetista.

José Luis Carretero tiene en común con Barriobero que es abogado, escritor, columnista y militante social y del sindicalismo combativo (es secretario general del sindicato Solidaridad Obrera). Trabaja como profesor en la enseñanza pública. 

Pregunta: Enhorabuena por un libro imprescindible para sacar a la luz a figuras enterradas en el olvido y por contarlo de una forma tan amena y próxima, que hace de su lectura un placer. ¿Qué fue lo que te impulsó a profundizar en la figura de Eduardo Barriobero y a escribir su biografía?

Muchas gracias. Lo cierto es que Barriobero me fascinó desde que lo conocí, gracias a un libro de Julián Bravo Vega que incorporaba una cronología de su vida, y que adquirí en la librería anarquista madrileña “La Malatesta”.

Fui abogado ejerciente en los años noventa. Me dediqué, sobre todo, al Derecho Penal, y defendí a activistas de los movimientos sociales, insumisos al servicio militar, militantes anarquistas y del movimiento autónomo, sindicalistas combativos, luchadoras y luchadores por el derecho a la vivienda o en defensa de los migrantes. Además, estuve muy vinculado con la Asociación Libre de Abogados (ALA, actualmente Asociación Libre de Abogadas y Abogados) y con la Asociación Contra la Tortura (ACT). Las letradas y letrados que me rodeaban eran gentes muy parecidas a Barriobero: abogados de los movimientos, extremadamente comprometidos con la clase trabajadora, especialistas en la lucha contra la represión. Abogados de leyenda de nuestros días, como Endika Zulueta, Francisca “Paca” Villalba, Amalia Alejandre, Francisco García Cediel o Juan Manuel Ruiz, y muchos otros nombres que me dejo en el tintero.

Así que el personaje de Barriobero constituía un antecedente histórico evidente de lo que estaba viendo: lo mejor de la profesión del Derecho, la gente que de verdad lucha por la Justicia. Además, Barriobero era un literato, un enamorado de la cultura, un personaje tremendamente vital. Una especie de ejemplo real de lo que plantea la filosofía de Deleuze u Onfray: el amor a la vida expresado por alguien que hace de su existencia una obra de arte, que, con sus contradicciones y excesos, se entrega totalmente a una experiencia vitalista y creativa, a un proyecto de liberación colectiva y a los afectos de la alegría y el gozo.

Explícanos quiénes eran los jabalíes y por qué de las múltiples facetas de Barriobero decides destacar la de diputado de la República para el título.

Los jabalíes eran los diputados más radicales del Congreso Constituyente de la Segunda República. Fueron tildados así por sus posiciones anticlericales, sus discursos polémicos y su simpatía expresa con el anarcosindicalismo y con las revueltas campesinas que se sucedieron en la primera legislatura republicana.

Era un grupo heterogéneo en el que estaba Barriobero, pero también Ramón Franco (el hermano del futuro dictador), José Antonio Balbontín (que, elegido en una candidatura republicana radical apoyada por algunos anarquistas de Sevilla, se convirtió en el primer diputado del Partido Comunista) y otros. Se opusieron a la deriva burguesa de la “República de orden” y reivindicaron cosas como que los registros domiciliarios no pudieran realizarse por la noche (una propuesta presentada por Barriobero). Utilizaron el periódico republicano “La Tierra” como su órgano oficioso, junto a los anarcosindicalistas madrileños.

Lo que me interesa resaltar al utilizar el calificativo en el título, no es tanto el hecho de que Barriobero fuera diputado, sino que se le acusara de “salvaje”, se le “animalizara” para resaltar su diferencia con el republicanismo pequeño burgués, moderado, “de orden”. La historia de Barriobero es la historia de una “traición de clase”. Barriobero es un pequeño burgués intelectual que se vincula estrechamente con las necesidades y los intereses de las clases populares. Defiende a los obreros y obreras. Se enfrenta a su propia clase social. Las grandes figuras del republicanismo no pueden perdonárselo. Azaña odiaba a Barriobero. Eduardo representaba todo lo que no podía permitir el presidente de la República: alguien que quiere ligar al republicanismo con la revolución social, con la masa de “desharrapados” y “violentos” que quieren cambiarlo todo.

Barriobero pagó muy cara esa “traición de clase”. Su vinculación con las clases populares le llevó a encabezar la justicia revolucionaria en Cataluña, durante la Guerra Civil, y le convirtió en uno de los principales objetivos a batir por el republicanismo “de orden”, asustado por la Revolución Social desatada por los anarcosindicalistas.

Tú que has leído las obras de Barriobero, ¿cuál de sus libros recomendarías por su calidad literaria y cuál crees que refleja más fielmente su ideología y peripecias vitales?

Barriobero escribió multitud de libros y pequeñas novelas de quiosco a lo largo de su vida. Las novelas de quiosco eran pequeñas obras de 30 o 40 páginas que se vendían muy baratas e iban destinadas a las clases populares. Barriobero escribió algunas realmente deliciosas. La que más me gusta es “Ganémosle hoy”, publicada en 1922. Pertenece a la colección “La novela de hoy”, que dirigía Artemio Precioso. Es la historia de un militante republicano madrileño que, despedido por su participación en una movilización progresista, se muda a Sevilla donde inicia una nueva vida, vinculándose a los sectores ultracatólicos y conservadores de la ciudad. Nos narra el típico “reciclado” desde la extrema izquierda hacia la ultraderecha, que tantos supuestos progresistas de otro tiempo están haciendo hoy día. Sólo que el trayecto no acaba donde quiere el protagonista. Finalmente, un cura sevillano, un tanto volteriano, le espeta a nuestro antihéroe una gran verdad:

“Equivocó usted su camino desde el principio; ser republicano anticlerical y serlo con todos los demás antis, es cosa fácil; no es menos fácil ser católico ortodoxo y militante. Cualquiera puede ser republicano y cualquiera puede ser católico; pero vivir de serlo es la mayor imbecilidad que puede anidar en cerebro humano; a las ideas se las sirve, pero no se las trasquila como a los rebaños. Todas tienen sacerdocios retribuidos, pero a ellos se llega por un aprendizaje que usted no quiso hacer y por un esfuerzo que usted no quiso realizar”.

En términos más biográficos, el libro “El tribunal revolucionario de Barcelona” de Barriobero, es imprescindible para entender los enormes conflictos entre el proceso revolucionario de las colectividades y la institucionalidad republicana, durante la Guerra Civil. Hay una magnífica edición de “Espuela de Plata” de 2007.

«No creo que la sociedad esté ahora más polarizada. Lo que ocurre es que entonces la CNT era una organización con centenares de miles de afiliados y afiliadas. Entre toda esa multitud obrera había todo tipo de corrientes. La organización era mucho más plural, diversa y culturalmente rica de lo que lo es hoy en día la práctica totalidad de la izquierda»

Dices en tu libro: “Eduardo va a apostar por convertir el Partido Republicano Federal en el ala parlamentaria de la CNT”. ¿No resulta un tanto ilusorio este propósito y el confiar en mejoras sociales procedentes de las instituciones?

Si. Probablemente resulta ilusorio. Pero es un camino que en ese momento están recorriendo muchos republicanos radicales e, incluso, militantes anarcosindicalistas. Sobre todo, tras la proclamación de la República. Gentes como Barriobero y su Partido Republicano Democrático Federal, como Salvador Cánovas Cervantes y su Partido Social Ibérico, como José Antonio Balbontín y su Partido Social Revolucionario, o como Ángel Pestaña y su Partido Sindicalista. La mayoría lograron ser diputados, apoyados por el voto de parte de las bases del anarcosindicalismo y de algunos militantes destacados como Pedro Vallina, pero la CNT como tal, orgánicamente, nunca les apoyó.

 ¿Cómo se puede comprender desde una óptica actual el entendimiento e incluso la confluencia entre los anarquistas y la izquierda republicana? ¿Estamos en una sociedad más polarizada que entonces y más necesitada de etiquetas? ¿Consideras que era positiva esa conexión o mejor cada cuál por su lado? ¿Cuál de las dos partes —anarquista e izquierda— sería hoy más reticente al entendimiento?

Por un lado, hay que tener en cuenta la trayectoria histórica del republicanismo federal en España, que siempre tuvo corrientes socializantes y obreristas o que, incluso, prefiguraban lo que luego sería el movimiento libertario. Estoy hablando de Fernando Garrido y sus libros sobre cooperativismo, o de Francisco Pi i Margall, que fue el primero en traducir a Proudhon al castellano, a finales del siglo XIX. Además, muchos militantes anarcosindicalistas tenían un pasado republicano federal, como Anselmo Lorenzo, Federico Urales o Ricardo Mella. Ya en el siglo XX, hay que comprender que los anarquistas no se entienden, usualmente, con toda la izquierda republicana, sino con algunos republicanos concretos. Normalmente abogados, médicos, maestros, profesionales liberales que se vinculan estrechamente con las necesidades de los sindicatos y los ateneos libertarios. La represión estatal tiene mucho que ver con esto: Francesc Layret, el principal abogado de los anarquistas barceloneses, diputado y fundador del Partit Republicá Catalá, brama en el Congreso contra las detenciones y asesinatos de sindicalistas en Cataluña tras la huelga de La Canadiense, y consigue reuniones de los representantes de la CNT con miembros del gobierno, hasta que es asesinado él mismo por los pistoleros de la patronal.

No creo que la sociedad esté ahora más polarizada. Lo que ocurre es que entonces la CNT era una organización con centenares de miles de afiliados y afiliadas. Entre toda esa multitud obrera había todo tipo de corrientes. La organización era mucho más plural, diversa y culturalmente rica de lo que lo es hoy en día la práctica totalidad de la izquierda. Que una determinada corriente tuviera la hegemonía no significa que no hubiera todo tipo de opiniones. Y la gran riqueza cultural de la CNT, y su gran fuerza sindical, descansaba precisamente en que era un espacio mucho más abierto al debate y la heterodoxia que las organizaciones partidarias del marxismo o el republicanismo “de orden”.

Hoy día, todo el mundo (la práctica totalidad de la izquierda y gran parte del anarquismo) ha interiorizado la esencia de lo peor del “leninismo”: la idea de que, en la lucha social, sólo hay una “línea correcta”. Y, por lo tanto, lo que tiene que hacer la militancia consciente es garantizar el triunfo de esa línea, expulsando a todas las demás de los espacios comunes, acallándolas y marginándolas. Pero lo cierto es que la CNT nunca hubiera podido llegar a ser lo que fue si hubiera sido totalmente homogeneizada por una sola corriente, ya fuera la “faísta” o la “sindicalista”. Su riqueza y pluralidad es lo que la convertía en una organización trasversal, como se dice ahora, capaz de vincular a los pequeños agricultores aragoneses con las ideas libertarias, al mismo tiempo que a los jornaleros andaluces, los obreros barceloneses, los profesionales liberales como Barriobero o Layret, o las jóvenes artistas feministas como Lucía Sánchez Saornil. La CNT era una herramienta de las clases populares, y las clases populares eran diversas. Lo siguen siendo. Deberíamos aprender de esa voluntad de apertura e integración de la diversidad.

¿Crees que perfiles tan comprometidos como Barriobero —que convirtieron su vida en una lucha constante por un mundo mejor, de justicia, transformación y progreso— se extinguieron o podríamos encontrar ejemplos en la actualidad? ¿Quiénes serían, según tu criterio?

Creo que hay claros ejemplos en la actualidad, tanto a nivel general como en el mundo jurídico. Ya he citado algunos antes: Endika Zulueta, Juan Manuel Ruiz, Amalia Alejandre, Francisca “Paca” Villalba, Paco García Cediel. Puedo citar amucha más gente: José Luis Galán, Ángeles Álvarez, Beatriz Monasterio, Carlos Slepoy, Erlantz Ibarrondo…y mucha más gente que me dejo en el tintero.

Me gustaría destacar aquí a Paca Villalba, porque en estas fechas se cumple el aniversario de su fallecimiento, hace ya algunos años. Paca fue una abogada absolutamente entregada a la defensa de las clases populares y la organización obrera. Aunque se declaraba ideológicamente marxista-leninista fue una renombrada defensora de cenetistas y de los militantes de todos los movimientos contestatarios de Madrid (incluyendo, por ejemplo, a activistas de la Cruz Negra Anarquista a finales de los años 90). Además, era una referencia inexcusable para todos los letrados jóvenes que se iniciaban en la profesión: siempre estaba ayudando y formando a quienes nos acercábamos a la Comisión de Penal de la Asociación Libre de Abogados. Tenía un prestigio enorme en la abogacía madrileña, que reconocían hasta muchos de sus enemigos ideológicos.

 

«Son sus últimos días. Está sólo, enfermo, ha sido traicionado por mucha gente cercana. No ve salida a la situación. Sin embargo, en el consejo de guerra franquista que le juzga se reafirma en sus ideas de siempre. Le fusilan horas después, en el Campo de la Bota de Barcelona»

Barriobero respaldó el voto femenino, manifestó que la mujer no era doméstica ni conservadora y en alguno de sus libros mencionó la capacidad revolucionaria de la mujer y su valor intrínseco. Este posicionamiento tan avanzado en cuanto a la mujer resulta contradictorio, sin embargo, con su actitud con Carmen de Burgos, Colombine, con la que tuvo una relación y a la que termina denunciando por revelar el vínculo sentimental que les unía. Nos puedes contar lo que has indagado de este episodio de su vida personal.

Barriobero estaba oficialmente casado y era un personaje público que pretendía ser diputado, en una sociedad tremendamente pacata y conservadora. Sus escritos eran bastante provocadores. Trataba con gran ironía el conservadurismo sexual y de costumbres de su época, sobre todo en sus novelas de quiosco. Se reía, en sus escritos, de la Iglesia, del machismo imperante y de las hermandades católicas femeninas que perseguían a las “malas mujeres” y la indecencia. Fue acusado públicamente, por los sectores conservadores, de tener comportamientos licenciosos y escandalosos y en sus novelas aparecen continuamente los “music halls” y las cupletistas sicalípticas de la época.

Lo más probable es que lo ocurrido con Colombine sea el producto de un momento de debilidad, en el que estaba acosado por muchos frentes por la derecha, y quiso evitar la apertura de otro más. En esa época la crítica al puritanismo sexual y al clericalismo estaba teñida de un cierto machismo, en el sentido de que muchas veces se defendía los comportamientos libres de las mujeres, pero no se les daba, directamente, voz propia. Barriobero era un republicano progresista y transgresor en estos asuntos, pero seguía siendo un republicano clásico en cierto sentido, un señor preocupado por su reputación. Colombine era dinamita vanguardista, representaba una ruptura frontal con los roles de género. Supongo que Eduardo se asustó ante las consecuencias políticas y jurídicas de reconocer algo así en ese momento.

Un tipo de una honestidad tal que de joven prefiere ir a la cárcel antes que pagar su fianza con una pequeña parte del dinero de una colecta, termina inculpado por robo al tribunal revolucionario al que pertenecía. ¿Explícanos los motivos de esa acusación y el resultado? ¿Fue esto lo que generó el desánimo y la decepción que manifiesta al final de su vida?

A Barriobero le acusan de haberse quedado con dinero del Tribunal Revolucionario de Barcelona.

Hay que tener en cuenta que el primero en hacer públicamente esta acusación es el militar fascista Queipo de Llano desde Radio Sevilla, sin ningún tipo de prueba que la corrobore.

A finales de septiembre de 1937, tras los “sucesos de mayo” que inauguran una feroz oleada represiva contra los sectores más revolucionarios del anarcosindicalismo, Eduardo y los demás colaboradores del Tribunal Revolucionario barcelonés son detenidos en secreto por las autoridades republicanas. Se puede probar que Barriobero tiene dinero y joyas en una caja de seguridad del banco Credit Lyonnais de Lyon. En la caja hay cuatro apartados distintos, cada uno a nombre de cada uno de los principales representantes del Tribunal Revolucionario, que ha sido disuelto poco antes.

Barriobero mantiene que el dinero que hay en Francia pertenece a una herencia de uno de sus clientes particulares como abogado, que se lo ha ingresado para que se lo haga llegar a los herederos. Como hay cuatro herederos, afirma, se ha distribuido en cuatro apartados diferenciados dentro de la caja de seguridad. Eduardo le había comunicado al gobierno la existencia de este depósito cuarenta días antes de su detención.

Finalmente, Barriobero será absuelto de las acusaciones en su contra por el Tribunal Supremo republicano, después de hacer entrega de lo depositado en el Credit Lyonnais a funcionarios de la embajada española en Francia por orden del Juzgado de Evasión de Capitales. Pese ello, no es puesto en libertad, sino que sigue detenido sin ningún cargo en su contra, lo que deja muy clara la motivación exclusivamente política de la acusación

En estas condiciones se encuentra Barriobero, muy enfermo y deprimido, cuando llegan las tropas franquistas a Barcelona. En las páginas de su último diario se trasluce una gran frustración, y hasta algún ilusorio apunte en el que Barriobero parece plantearse la posibilidad de algún tipo de coexistencia con el nuevo régimen. Son sus últimos días. Está sólo, enfermo, ha sido traicionado por mucha gente cercana. No ve salida a la situación. Sin embargo, en el consejo de guerra franquista que le juzga se reafirma en sus ideas de siempre. Le fusilan horas después, en el Campo de la Bota de Barcelona.

Has escrito más de una docena de libros sobre temas diversos: derecho, mundo laboral, autogestión, vivienda, economía y dos biografías, la que nos ocupa y la de Abraham Guillén, ¿cuál de estos dos personajes te parece más relevante y a cuál de los dos te hubiera gustado conocer personalmente?

Me apasionan los dos. Y, sobre todo, me apasionan lo que tienen en común. Los dos están en los márgenes del anarquismo. No son libertarios ortodoxos, en el sentido de seguidores pasivos de una doctrina escrita antes de que ellos nacieran, sino gente que piensa y actúa con su propia cabeza. Gente que arriesga mucho y que innova continuamente. Barriobero reivindica la tradición del republicanismo federal y Guillén no tiene empacho en definirse reiteradamente como “anarcomarxista”. En realidad, lo que tienen es una forma de pensar muy propia, una forma de ver el mundo que no es la traducción de una doctrina ajena, sino una elaboración personal y original. Y, sin embargo, muestran una coherencia política tremenda. Ahora bien, es una coherencia de la praxis, de lo que se hace, no de lo que se dice. Todas sus contradicciones teóricas palidecen ante el hecho de que ambos están siempre ligados a las luchas populares de su tiempo, en las que arriesgan sus vidas. Conocen cárceles, exilios, amenazas…luchan por la transformación social siempre. No se contentan con ser pasivos, ni se adormecen en la supuesta “coherencia” de quien se refugia en su torre de marfil para no mancharse las manos en las luchas reales.

Y, además, y, sobre todo, son personajes excesivos, tremendamente vitales, enérgicos, comprometidos, creativos. Hay una enorme abundancia y riqueza en sus vidas. Una enorme “generosidad y alegría de vivir”, como decía Spinoza.

 Nos puedes avanzar sobre qué tratará tu próximo libro, ¿será la biografía de algún otro olvidado de la historia?

En breve voy a publicar un nuevo libro gracias al compañero Jordi Maíz, de Calumnia Edicions. Se titula “Anarcosindicalismo y Derecho”. Es una obra que trata de realizar un análisis de las relaciones entre el anarcosindicalismo histórico y el mundo jurídico.

“Anarcosindicalismo y Derecho” parte de un artículo que publiqué en la revista académica mexicana “Nuestra Praxis”, editada por la Asociación Nuestroamericana de Estudios Interdisciplinarios en Crítica Jurídica. El libro profundiza lo ya publicado en tres dimensiones fundamentales: el estudio de las normas de convivencia interna de la CNT (el “derecho proletario” o “el común de los obreros”, como lo llaman Laval y Dardot, así como el sindicalista revolucionario Maxime Leroy), la trayectoria de los principales abogados de la organización (con cinco pequeñas biografías de algunos de ellos) , y los estatutos y las normas de organización de las colectividades libertarias y su conflictiva relación con la institucionalidad republicana durante la Guerra Civil. Es un libro que permite entender hasta qué punto la comprensión de los acuerdos necesarios para convivencia de las y los anarcosindicalistas es distinta del Derecho positivo estatal y de la tradición jurídica romana heredada. Cómo el “común de los obreros” apunta a una civilización completamente diferente.

En cuanto a posibles biografías, tengo una fantasía que espero poder cumplir algún día. Mis libros sobre Barriobero y Guillén siguen un hilo conductor. Guillén empieza a militar cuando Barriobero está en sus últimos años. Leídas una detrás de otra, ambas biografías permiten tener una visión aproximada de la historia de la militancia más heterodoxa ligada al movimiento libertario en gran parte del siglo XX. Una especie de historia a la contra de ese siglo pletórico de revoluciones y luchas. Creo que falta una biografía más. La de un o una (mejor si es una mujer) militante que empezara su militancia en los años sesenta o setenta y la mantuviera hasta el final del siglo. Tendríamos entonces una trilogía sobre el siglo XX y sus anhelos revolucionarios. Sobre la heterodoxia y los márgenes del movimiento libertario. Espero poder escribir esa tercera biografía algún día.

Mientras tanto, recomiendo a los lectores y lectoras hacer el ejercicio siguiente: leer primero mi biografía de Barriobero; luego la de Guillén; y finalmente la autobiografía de Octavio Alberola que editamos hace unos años en Queimada Ediciones (“Revolución o colapso. Entre el azar y la necesidad”). Más de un siglo de luchas y esperanzas se despliega en esas tres lecturas.

Muchísimas gracias por esta entrevista. Ha sido una gozada.

Eduardo Barriobero. Las luchas de un jabalí, ha sido escrito por el investigador José Luis Carretero Miramar. Editado por Queimada. Lo podéis encontrar en nuestra librería.