Entrevistas

Aleix Romero
Peña

Entrevista a Aleix Romero Peña (Logroño, 1984) con motivo de la publicación de su libro Haciendo historia. Mujeres trabajadoras a la conquista de sus derechos. La Rioja, 1860-1936. El historiador, profesor de instituto, colaborador de medios como El Salto y militante de la Confederación Nacional del Trabajo, presenta, con profusión de datos y basándose en numerosas fuentes documentales, una crónica detallada de las luchas por alcanzar unos derechos más allá de lo laboral, encabezas por mujeres que no se conformaron con el papel que la sociedad les había asignado.

La conciencia de clase, el poder del feminismo, la labor del sindicalismo, los logros alcanzados a través de las movilizaciones y los beneficios del apoyo mutuo, entre otras cosas, transitan por estas páginas cuya acción transcurre en un contexto territorial, como es el riojano, presuntamente sin protagonismo histórico y en el que se supone que nunca pasa nada. 

Pregunta: ¿Qué fue lo que te impulsó en mayor medida a llevar a cabo este estudio sobre las trabajadoras de La Rioja: el componente feminista, el sindicalista, el territorial o alguna otra motivación?

Son varios, pero destacaré uno, en principio de cariz intelectual. La motivación surge de un proyecto anterior de investigación sobre la industria conservera de Calahorra, que a comienzos del siglo XX era una de las localidades españolas más importantes en la producción de conservas vegetales. Semejante éxito no radicaba, o por lo menos no exclusivamente, en las bondades hortofrutícolas de la zona. El bajo coste de la mano de obra, abrumadoramente femenina, tuvo también mucho que ver en esto.

Desde el punto de vista histórico, la historia de las operarias conserveras de Calahorra no resulta especialmente brillante, pues los patronos consiguieron someterlas a unas condiciones de explotación brutales. Sin embargo, me constaban noticias de contemporáneas suyas, trabajadoras de otros sectores productivos de la región, que, partiendo de situaciones similares, habían conseguido sobreponerse a las mismas. ¿Cuál es la diferencia: la conciencia, la movilización o la existencia de una organización como plataforma de las reivindicaciones? La respuesta es Haciendo historia.

Pero, evidentemente, estas cuestiones van más allá de lo intelectual. Las preguntas no serían las mismas si no proviniera de una familia orgullosamente obrera, compuesta de mujeres dedicadas a la pluriactividad (en el campo, en la fábrica o en la casa de los amos, en el hogar), cuyo trasfondo es el mismo que el vivido por las protagonistas del libro. Ni si mis inquietudes fueran ajenas al mundo sindical.         

¿Qué dificultades encontraste para dar con las fuentes y llegar a los datos que te permitieron tejer este ensayo, en el que rescatas del olvido la contribución de las mujeres obreras riojanas a los avances en materia laboral o social? ¿Los documentos en los que basas tu estudio se encuentran quizá tan ocultos como la propia historia de las mujeres en general y en mayor grado de las pertenecientes a la clase obrera?

A pesar de lo que tendemos a pensar, las fuentes contemporáneas son creadas por personas y son, por ende subjetivas, presentando diversos sesgos que, en ocasiones, se camuflan en una presentación sobria, un lenguaje aséptico y una profusión de cifras. Historiar a las mujeres supone enfrentarse con la misoginia de los documentos que contienen su historia. Con todo, estos materiales no están tan ocultos como pudiéramos pensar; si no reparamos más en ellos, es porque tendemos a tratarlos con desinterés.  

¿Has tenido acceso a algún testimonio oral, bien de las propias trabajadoras o bien de sus descendientes, de cómo se vivió esa época excepcional en la que parecía posible la construcción de un mundo más justo y no solo en lo laboral?

He tenido la oportunidad de hablar con la descendiente de alguna de estas trabajadoras, pero, por desgracia, no he podido siquiera atisbar cuál era su horizonte mental. Me temo que hemos perdido el tesoro que supondría escuchar su propia voz. 

En Haciendo historia hablas de distintos sectores de la industria implantados en La Rioja (agroalimentario, textil, alpargatero) con una alta presencia de mano de obra femenina y mucha discriminación de género, y dedicas gran parte del mismo a la fábrica de tabacos. ¿Puedes explicar la relevancia histórica de esta última? ¿Fue la actividad sindical, en sí las luchas obreras, lo que marcó la diferencia en salarios, estabilidad laboral o jornadas de menos horas respecto a otras industrias?

La relevancia histórica de la Fábrica de Tabacos logroñesa viene, como apuntas, de la existencia de una poderosa organización sindical que: 1) abarcaba agrupaciones de todos los centros tabaqueros (por entones el tabaco era monopolio estatal), 2) aglutinaba a trabajadores de ambos sexos, y 3) era una plataforma de agitación y movilización, no solo sindical.

En este sentido, lo que sucedió en Logroño no sería más que una pequeña muestra de lo ocurrido en aquellos lugares que contasen con una fábrica de tabacos.

La acción directa, el apoyo mutuo y la autogestión son herramientas de combate de la clase obrera organizada y gracias a ellas se han conquistado espacios de libertad y se han alcanzado logros que de otro modo serían impensables. En tu libro citas la creación de economatos, la organización de actividades socioculturales de todo tipo, la apertura de escuelas e incluso la compra de acciones de la empresa para tener un cierto control sobre la misma; ¿puede ser este uno de los caminos hacia un mundo nuevo?

Más que camino, sería un complemento con el que hacer ese trayecto de forma más rápida, segura y transitable.

Brecha salarial, discriminación en los puestos de trabajo o conciliación son algunas de las reclamaciones que llevaron a las mujeres riojanas a movilizarse en la época objeto de tu minucioso análisis. ¿No te sorprende que más de un siglo después sigan teniendo vigencia y estando de actualidad estas mismas reivindicaciones? ¿La historia se repite continuamente?

No resulta tan sorprendente si consideramos que el sistema económico en el que vivimos es una evolución del que padecieron ellas. De ahí que las reivindicaciones se parezcan tanto, hasta el punto de parecernos las mismas. 

Y la prensa, reflejo de la sociedad misógina y patriarcal, ridiculiza y caricaturiza a las mujeres huelguistas, cuando no las sexualiza, ¿cómo podemos combatir esto hoy en día?

En alguna ocasión, ellas recurrieron a difundir un folleto denunciando las mentiras de la prensa, es decir, a la acción directa. Sin ánimo de dar lecciones, me parece la opción más factible.

¿Están preparados los hombres para asumir un rol igualitario con las mujeres en las luchas revolucionarias actuales o siguen actuando con condescendencia hacia ellas?

Vivimos en un sistema no igualitario. Partiendo de esa obviedad, no creo que los hombres hayamos alcanzado la ambiciosa meta que planteas. En cualquier caso, las luchas revolucionarias no esperan, así que solo nos queda adaptarnos.

Desde tu experiencia como profesor, ¿observas que en la enseñanza se empieza a introducir una visión feminista en las aulas e incluso en los materiales docentes, de forma que las mujeres, como las que tú has recuperado para el imaginario colectivo, ocupen el papel que les corresponde y sean referentes para la juventud?

Sinceramente, los cambios que he observado hasta el momento son muy cosméticos: una referencia de una línea o dos a la situación de las mujeres en las sociedades del Antiguo Régimen, una mención a una artista… Alusiones anecdóticas. Falta la comprensión de la misoginia como un fenómeno estructural que perpetúa la dominación de los hombres sobre las mujeres. Por ejemplo, ¿tiene sentido seguir hablando en las aulas de de secundaria de la democracia ateniense, o no resultaría más comprensible para el alumnado calificarla directamente como una oligarquía que excluía a las mujeres (además de a los extranjeros y los esclavos)?

Tu libro finaliza con el capítulo titulado “Un triste epílogo”, en el que relatas lo sucedido a partir del golpe de estado fascista de 1936, ¿consideras que el fracaso es el destino inevitable de cualquier experiencia transformadora de la sociedad y emancipadora del ser humano o hay esperanza en un futuro mejor?

Permíteme puntualizar que el título no se refiere a esa experiencia, sino a la trayectoria personal de las protagonistas en un contexto sobrevenido: la reacción, por desgracia no solo exitosa, sino también genocida, que despertaron los cambios acaecidos durante los años de la II República. Pero para entonces, ellas ya habían triunfado, consiguiendo varias de sus demandas laborales y, en el proceso, adquiriendo una nueva y poderosa autoconciencia, además de un enorme reconocimiento social.

Haciendo historia. Mujeres trabajadoras a la conquista de sus derechos. La Rioja, 1860-1936, ha sido escrito por el inestigador Aleix Romero Peña. Editado por la Fundación Anselmo Lorenzo. Lo podéis encontrar en nuestra librería.