El error político militar de la República

La pérdida de la Guerra Civil 1936-1939
Ediciones Queimada,
Colección Historia de nadie, 1.
Madrid 2012
176 págs.
Rústica il. 19×13 cm
ISBN 9788485735327

Precio 9,50 

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Tuvimos el placer de editar al autor de El error político militar de la República en nuestra anterior andadura a finales de los setenta. Acababa de llegar a España procedente de la Argentina , donde el reciente golpe militar le animó a cambiar de residencia. Más de treinta años atrás, el final triunfante de otro golpe militar le había hecho cambiar de aires por razones obvias. Detenido al fin de la guerra y condenado a muerte, evadido, vuelto a detener y vuelto a evadir, consigue llegar a Francia y a partir de ahí su vida fue un continuo viaje: Perú, Cuba, Uruguay… siempre poniendo en práctica sus ideas y conocimientos y adquiriendo otros nuevos.

Gran autodidacta desde sus inicios, trabajando en el campo y la naturaleza, pasando por la guerra y el exilio, mantuvo siempre su capacidad de estudio, desarrollando al máximo nivel la teoría de la economía autogestionaria. Publicada en los años noventa y poco tenida en consideración a causa de los escrúpulos y purismos de siempre, hoy sigue siendo prácticamente el único referente teórico del mundo libertario, que sigue sin dar alternativas en este apartado que tan importante se ha demostrado.

Otra de sus aportaciones y no menos importante la dedicó al estudio de la guerrilla urbana, en lo que se le considera el mayor experto a nivel mundial. Hoy sería señalado como políticamente incorrecto el solo hecho de enunciarla.

En nuestra incivil guerra fue comisario político en el Cuerpo de Ejército de Cipriano Mera, el único que resistió hasta el final sin ser vencido por el ejército rebelde. De aquellas experiencias, de sus observaciones directas y análisis, surge esta obra en la que nos explica de manera clara y comprensible los hechos militares, que combinados con la interpretación de la línea política y de las circunstancias que rodearon el conflicto, dieron el resultado que todos conocemos. El enfoque inédito y la originalidad de la visión nos hacen pensar en otras posibilidades, pero aquello ya es historia y aunque dicen que la historia se repite, no será por nosotros. No obstante, aprender de los errores, propios o de otros, nos ayuda a estar más preparados para…¿quien sabe?

Abraham Guillén Sanz, nace en Corduente (Guadalajara) en 1913, vive las tareas del campo hasta que puede trasladarse a Madrid para estudiar. La guerra la sorprende en plena militancia libertaria y llega a Comisario del Cuerpo del Ejército de Cipriano Mera. Detenido al fin de la guerra, condenado a muerte, evadido y vuelto a detener, consigue pasar a Francia y después a América del Sur donde vivió en varios países hasta que el golpe militar de Argentina en 1976 le hace regresar a España. Teórico y activista de la guerrilla urbana y analista militar. Como economista desarrolló la teoría económica de la autogestión. Su vida fue pura lucha y compromiso. Muere en 1993 en Madrid, donde publicaba libros y artículos de prensa y colaboraba con su mundo literario.

Texto escogido:

“…Si el gobierno republicano español hubiera concedido la independencia al Marruecos español, armando a los nacionales marroquíes, utilizando la flota republicana para hacer desembarcos de guerrilleros moros en su territorio, los generales sublevados no habrían podido desplazar unidades españolas y marroquíes desde África a España. Pero Largo Caballero no era capaz de hacer tal desafío contra Francia, aunque esta nación no daba facilidades a la España republicana para comprar armamentos y abastecimientos, mostrándose así más enemiga que amiga de España. Los republicanos debieron defender su frente de Málaga con una operación estratégica de efecto indirecto: armar y desembarcar guerrilleros marroquíes en la zona española de África. Sin embargo, la defensa de Málaga se confió a unos 20.000 milicianos, incluidos en ellos a algunos soldados leales.

Asimismo, la marina de guerra republicana debió dar apoyo sostenido al flanco marítimo de la defensa de Málaga, pero en la zona más estratégica de su empleo decisivo, dejó libre el espacio del estrecho de Gibraltar a los cruceros enemigos, Baleares y Canarias, menos fuertes que ella como conjunto de buques de combate. El ministro de Marina y su Estado Mayor, a pesar de que contaban con la mayor parte de la marina de guerra, dejaron el Mediterráneo, entre España y África, a merced de la flota rebelde, que con poca potencia de fuego se hacía dueña del Estrecho de Gibraltar y el estratégico espacio entre Melilla y el cabo de Gata. Largo Caballero, timorato frente a la presencia de buques de guerra ítalo-alemanes, entre Gibraltar, Melilla, el cabo de Gata y las Islas Baleares, no lanzó a la flota y la aviación republicana contra los buques de guerra fascistas temiendo una confrontación armada con Italia y Alemania, aunque esos temores preocupaban más a Stalin que a Largo Caballero, Stalin no quería exasperar contra él a Hitler y Mussolini, y contenía la internacionalización de la guerra en España. ¿Qué podía perder la República Española con una confrontación directa con Italia y Alemania?. Cuanto peor fueran las cosas, en ese sentido, tanto mejor para internacionalizar el conflicto español, comprometiendo en él a las potencias europeas. Así, cuanto menos, se podría negociar una paz honrosa sin llegar a la rendición incondicional tal como se hizo el 29 de marzo de 1939. Pero se veía que política y estratégicamente, Largo Caballero no tenía la audacia de un Cavour, ni el espíritu guerrillero de un Garibaldi, ni el coraje místico de un Robespierre…

…Sin la presencia activa de la flota republicana entre Gibraltar, Ceuta, Melilla y Almería, la defensa de Málaga era insostenible, ya que sobre su costa se podía hacer la guerra por tierra, mar y aire. Con esa concentración de fuego enemigo, los inexpertos milicianos republicanos de Málaga tendrían que replegarse a marchas forzadas por la carretera paralela a la costa, desde Gibraltar hasta Almería, en un dramático éxodo de miles de civiles y milicianos huyendo a la desbandada…”