Desde la FAL queremos dar la máxima difusión al hecho de que en el cementerio de Celanova, en una fosa común cubierta de vegetación y maleza, se encuentran los cuerpos de siete personas asesinadas por los fascistas golpistas, en septiembre de 1939, y cuyos restos están pendientes de exhumación. Cuatro de ellas eran cenetistas:

  • Baldomero Vigil Escalera Vallejo, pintor, 19 años, de la CNT, de Gijón
  • Guillermo de Diego Álvarez, chofer, 25 años. De la CNT, de Mieres.
  • Belarmino Álvarez García, minero, 29 años, de la CNT, de Sama de Langreo.
  • Mariano Blanco González, litógrafo, 36 años, secretario de redacción del periódico CNT que se editaba en Gijón.
    Otras tres personas pertenecían a la UGT y/o al PCE.
  • Marcelino Fernández García, mecánico, 21 años, de UGT y del PCE, de Mieres.
  • Abelardo Suárez del Busto, albañil, 28 años, de UGT, de Gijón.
  • Alfonso Moreno Gayol, chofer, 26 años, del PCE. De Salamanca, residente en Gijón.

El 20 de octubre 1937, ante la delicada situación militar que se vivía en Asturias el coronel Prada planteó en reunión del Consejo asturiano que no era posible resistir más el avance del enemigo y propone hacer un repliegue en 24 horas para concentrar las tropas en los puertos de Avilés, Candás y Gijón. Desea conocer el número de barcos disponibles, su capacidad y los puertos donde se encuentran. “Esto puede hacerse hoy; mañana será tarde”, decía. El Presidente del Consejo, Belarmino Tomás informa de que “hay barcos para evacuar 50 mil o 60 mil hombres”.

Según el testimonio de J. Barreiro (que fue Secretario de la Consejería de Guerra), Valentín Calleja (consejero de Marina) recibió el encargo del Consejo Soberano para que se preparasen las embarcaciones disponibles pues en las oficinas del republicanismo se amontonaban las solicitudes de evacuación. El encargo llegaba con demasiada premura, el caos era la nota dominante.

Se dice que unos doce mil milicianos y civiles dejaron Asturias en la tarde-noche del 20 de octubre de 1937 en unos sesenta barcos que partieron de Gijón, Avilés o Luanco y que consiguieron burlar el bloqueo establecido por la escuadra franquista en torno a esos puertos y llegar a Francia.

Pero fueron muchos los barcos que no pudieron burlar el cerco y cayeron en poder del enemigo, como el ‘Alicia’, ‘Anciola’, ‘Llodio’, ‘Arnao’, ‘Asunción’, ‘San Juan de Nieva’, ‘Campanal’, ‘Conchita’, ‘Cudillero’, ‘La Cusca’, ‘Mont Seny’, ‘Nuestra Señora del Carmen’, ‘Gaviota’, ‘Antonio’, ‘La Esperanza’, ‘Vicenta Pérez’, ‘Fernando’, … Alrededor de una veintena de vapores que, forzados, pusieron rumbo a Galicia, escoltados por los barcos de la escuadra ‘nacional’. Durante el trayecto muchos se deshicieron de armas, carnés y otros documentos comprometedores, adoptando nueva personalidad para evitar su reconocimiento. Los primeros barcos atracaron en Ribadeo; otros continuaron hasta el Ferrol o La Coruña. Nada más llegar a puerto se iniciaron los reconocimientos de los apresados.

Los falangistas, ávidos de venganza cainita, llegaron apresuradamente desde Asturias para realizar las labores de identificación. Se hicieron las primeras selecciones y los que eran identificados desaparecían inmediatamente.

A diferencia del modo de actuar de las autoridades republicanas que en su retirada habían dejado en libertad a los prisioneros de derechas, en al bando de los rebeldes, de los militares golpistas, ‘personas de orden’, beatas y falangistas de todo pelaje, había empezado a funcionar sin descanso la inhumana máquina de picar carne.

Los que no fueron asesinados de forma sumaria comenzaron un largo camino de padecimiento, sometidos a interrogatorios, a torturas. Estaban en manos de la Comisión Clasificadora de Prisioneros y Presentados, que repartían a los capturados y sospechosos hacia los distintos campos de concentración, hacinados den condiciones terribles y a disposición de tribunales y consejos de guerra realizados de forma colectiva y cuya duración, en muchos casos, no superaba los cinco minutos. Cedeira, Rianxo, Muros de Noya y Camposancos, especialmente este último, fueron los lugares donde les destinaron al pelotón de fusilamiento y la fosa común.

A Celanova llegaban desde Camposancos para que se cumpliese la sentencia. En 1939 el número de reclusos se elevaba a 1.564. Casi la totalidad habían sido condenados por delito de rebelión militar: adhesión, rebelión o auxilio a la rebelión. La mayor parte eran originarios de Asturias, producto de la represión desencadenada con posterioridad a la caída del Frente Norte.
En abril de 1939 Franco anunciaba formalmente la victoria. La posguerra no iba a traer la paz: los vencedores aún tenían sed de sangre.

El día 22 de septiembre de 1939 se inscriben en el Libro de Defunciones del Registro Civil siete fallecimientos ocurridos a las 7 de la mañana, todos antes del amanecer y con la misma causa: “hemorragia interna y externa”; en todos ellos se realiza la inscripción por comunicación del “Juzgado Eventual de la Bandera de Falange de Marruecos con guarnición en esta villa”, Esta Bandera había llegado a Celanova, procedente de Madrid, desfilando antes por las calles de Ourense.

Siete fueron los ejecutados éste día: seis de ellos de origen asturiano y un séptimo salmantino: Baldomero Vigil Escalera Vallejo, Marcelino Fernández García, Guillermo de Diego Álvarez, Alfonso Moreno Gayol, Abelardo Suárez del Busto, Belarmino Álvarez García y Mariano Blanco González.

Después de 82 años, el Comité de Memoria Histórica da Comarca de Celanova, el 29 de mayo de 2021, realizó un sencillo homenaje en la fosa común en la que se encuentran los restos en el cementerio de la localidad.

Este Comité nos dice que “el objetivo es señalizar la fosa y que pueda conservarse hasta que aparezca algún familiar y decida qué hacer con ella. Desafortunadamente, en Celanova no ha desaparecido de todo el carácter fascista que dominó la vida del pueblo durante la dictadura y la transición, y estamos encontrando mucha resistencia a nuestra labor, así que es urgente conseguir la implicación de colectivos asturianos (e incluso el Gobierno asturiano) para frenar lo que aquí ha sido y continúa siendo una destrucción sistemática por parte de las instituciones de la memoria histórica. Estamos organizando un acto de homenaje para el próximo 22 de septiembre”.


Alberto Rosón Ordóñez, vocal de Memoria Histórica de la Fundación Anselmo Lorenzo.