El pasado 5 de mayo, bien temprano, murió Nelson Méndez en su Caracas natal. Estaba ingresado en el hospital, desde hacía muy pocos días, y él mismo nos avisó de que había dado positivo en COVID19 el 1º de mayo, a través de Anarqlat una de sus tantas creaciones libertarias hace más de dos décadas; una red de información y debate anarquista para latinoamérica que empezó, como empiezan tantas cosas importantes, con un pequeño grupo de entusiastas y que hoy conformamos gentes de más de 20 países, no solamente latinoamericanos. Una nota escueta pero preocupante, conociendo la peligrosidad y la situación de pandemia (yo mismo estuve ingresado, hace poco más de una año, en la UCI) con sus últimas palabras escritas para explicar su ausencia, por unos días pensaba, con la confianza de un luchador: “Esta nota para informarles que tanto la PCR como el examen médico a que fui sometido han confirmado que tengo la enfermedad cuyos síntomas se están manifestando. De momento estoy en casa, iniciando el tratamiento y en régimen de aislamiento y reposo absoluto. Esto significará que, en las próximas semanas, no podré atender mis funciones de coordinador de la lista. Deséenme suerte y ya veremos de a cómo nos toca en este lance… Nelson”.   

Rodolfo Montes de Oca, nos fue comentando la evolución y su fallecimiento en tan breve espacio de tiempo desde Anarqlat. Al momento envió el escrito que, con sus compañeros del periódico El Libertario, hacía un breve repaso por su biografía. Rodolfo, que colaboró muy estrechamente con Nelson en diversas tareas y escritos militantes. También en El Libertario, otro de los proyectos donde Nelson tuvo un papel esencial y que lo llevó a ser uno de los periódicos de referencia en el mundo anarquista latinoamericano y de otros países. Esa pequeña biografía también se publicó en la FAL, por lo que hablamos de centrar ésta recordatoria en una parte más personal.

Conocí a Nelson hace más de 30 años en Caracas. También a su compañera Mina, igualmente profesora, y a su hijo Salvador, aún niño, con quién coincidí mucho después en el Congreso de la IFA en Carrara (Italia) y hace poco más de un año en mi casa madrileña, camino de Sevilla, dónde reside y dónde, tan lejos, le notificaron la muerte de su padre. En realidad, yo iba a Caracas para reunirme con lo que quedaba de la sección venezolana de la AIT, la FORVE. Una sección minada por la edad, donde hubo compañeros/as muy destacados de la CNT y el resto del movimiento libertario español pero que, como en tantos otros ejemplos, no supieron o quisieron –teniendo como prioridad la lucha y el regreso a España- integrarse en las luchas del país de acogida y, por tanto, desarrollarse y crecer. Era una de las críticas que Nelson hacía a los miembros de la FORVE y por lo que la colaboración, salvo excepciones (como Emilio Tesoro, por ejemplo), no fue todo lo intensa que hubiera sido deseable. La FORVE, en efecto, desapareció años después sin relevo generacional y sin presencia en las luchas sindicales y/o sociales venezolanas.

No iba a Caracas, como digo, a ver a Nelson. Fue un contacto que me proporcionó, así como la recomendación de contactarle sin falta, Alexandre Samis, en Río de Janeiro, días antes y en el mismo viaje turístico/militante. Conectamos al momento y la relación se mantuvo, desde entonces, tanto en lo personal como en lo militante. En nuestra casa en Madrid o en la suya en Caracas, con nuestras compañeras e hijos, mezclando el ocio con las difusión de las ideas. Las visitas a Toledo o Segovia intercaladas con charlas sobre el anarquismo en Venezuela y visitas a espacios libertarios diversos. Las escapadas a Chichiriviche o Los Cayos, con paradas a visitar compañeros anarquistas en Valencia (Venezuela). De las Jornadas Anarquistas en la Universidad de Bogotá al Xº Congreso de la CNT en Córdoba o al de Saint Imier (de la IFA), y sus Jornadas y debates paralelos, incluyendo improvisadas reuniones con otras delegaciones latinoamericanas para mejorar la colaboración y la coordinación entre ellas.

Aun cuando no había posibilidades de vernos personalmente, por la distancia y/o las circunstancias, la relación fue intensa y diversa. La personal, desde luego, pero también la militante. Sus paquetes con ejemplares de El Libertario, para repartir en España, se correspondían con los Tierra y Libertad para hacer lo mismo en Venezuela. Cuántos comentarios sobre las posibilidades, pocas siempre, de que se pudiese desarrollar una organización de corte anarcosindicalista que pudiera engrosar las filas de AIT. O la misma pretensión, mucho más cercana a través de la CRA de la que era buen animador, para sumar una Federación más a la IFA, con la que siempre tuvo mucha simpatía y colaboración. El último proyecto, durante las últimas semanas, apenas había empezado sus primeros pasos. Buscar archivos, en Venezuela, de la importante inmigración española y hacer lo propio con el movimiento libertario venezolano. En ambos casos, teníamos el apoyo de la Fundación de Estudios Libertarios “Anselmo Lorenzo”, nuestra FAL, que ahora acoge y publica estas líneas en recuerdo y homenaje. Precisamente, hace poco más de un mes, la FAL publicaba el último libro de Nelson: Gastronomía y anarquismo. Con un subtítulo más que sugerente y definitorio de lo que nos vamos a encontrar en su interior y una magnífica declaración de intenciones en su vida militante: La utopía intensa de unir fogones, barricadas, placer y libertad. Algo que, afortunadamente, también pudimos compartir con alegría. Comer, viajar o escuchar y bailar salsa también formó parte de nuestra relación personal y militante.

En fin, amigo Nelson. Sabes que eres un anarquista de los imprescindibles; que aprendimos y seguiremos haciéndolo con tus intervenciones sosegadas y argumentadas, en múltiples escritos; que recordaremos, contigo, tantas cosas por hacer y algunas hechas que habrá que actualizar. Cuantos contactos iniciados o recuperados a través de tus adaptaciones para Latinoamérica de las “páginas amarillas anarquistas”. Que intentaremos seguir en la lucha y en la difusión de las ideas que compartimos y que siguen vigentes para mejorar la vida de las personas.

Que la tierra te sea leve, compañero.

Pascual (equipo FAL).