· Portada y sumario
 · Editorial
 · El anarquismo en sus documentos
 · CNT 1939-51
 · 1ª Feria de la Distrib. y la Edición libertarias
 · Los anarquistas españoles: los años heroicos 1868-1936
 · Teatro didáctico popular
 · Supl. Catálogo 2002
 · Futuro Primitivo y otros ensayos
 · Diego
 · Lucio, el anarquista irreductible
 · Gregorio Gallego
 · Cine y Anarquismo
 · Lo que piensa la ballena del arponero
 · Richard Prost: una mirada contra el olvido
 · La casa de la sierra
 · Lizania
 · Más aportaciones al conocimiento de MMLL
 · Luis García Gallo, COQ
 · Diccionari Biogràfic del Moviment Obrer als Països Catalans
 · ¡O pan o plomo!
 · Utopía sexual a la premsa anarquista de Catalunya
 · Últimas novedades
 

LIZANIA

La voz del Poeta sonó desde el otro lado del hilo telefónico:

-¿Es la Fundación Anselmo Lorenzo?

-Sí, buenos días.

-¡Hola!, soy Jesús Lizano. He visto que figuro en la enciclopedia que habéis editado y ahora que estoy en Madrid me gustaría pasar por el centro para conoceros y regalaros un ejemplar de mi obra completa para la biblioteca.

El Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español de Íñiguez no solo es un gran trabajo, sino que además está generando nuevos contactos con compañeros que desean enriquecerla con nuevas aportaciones y ampliaciones.

Después de colgar el teléfono, cojo un ejemplar para ver qué dice de Lizano. Cita muchas obras del poeta, pero hay pocos datos de su vida. Como de todas maneras piensa pasar por la Fundación, procuro tener paciencia para conocerle mejor.

Barbas valleinclanescas nos saludan una mañana con un voluminoso libro que contiene la obra completa: Lizania. Encantador, campechano y cariñoso, Jesús se hace querer por su simpatía, buen trato, sencillez, generosidad y profunda sabiduría. En él confluyen la poesía y la filosofía.

Unos días después de la visita, Lily Litvak tenía que presentar el libro Musa libertaria en el Ateneo de Madrid y al pasarle la invitación, Jesús se alegró de tener la oportunidad de conocerla, entregarle un ejemplar de su obra y de acudir a la conferencia. Fue un encuentro emotivo y enriquecedor, durante el que conocimos a nuevos compañeros con los que pudimos charlar. Fue una semana muy viva.

Al día siguiente telefoneó Paco Madrid, y como había vivido en Barcelona, le pregunté si conocía a Lizano. «El mejor poeta en lengua castellana del siglo», respondió, «si la poesía es buena, cuando recita es supremo». Pensé que era un gran amigo de él, que le quería mucho, y que el cariño engrandecía al poeta más de lo que se merecía. El martes día 10 de julio, Jesús nos invitó a un recital. Su actuación era más que poética. Él es la estrella, el centro del acto, pero todos actuamos en su obra, participamos en su escenario. Todos vivos, voces conjuntas que repiten al ritmo del poeta su canción. Jesús, mientras tanto, como flor que se deshoja, pétalo a pétalo, va mostrando de forma interminable, una tras otra, a veces simultáneamente, las múltiples personalidades que hay en el poeta. De su obra leída se extraen nuevas enseñanzas. Durante la recitación, aflora más la emoción teatral que el elixir de su sabía rima, que se puede alcanzar en los plácidos momentos de reposo con la lectura de sus poemas, reflexionando sobres su significado.

Jesús Lizano y José Luis García Rúa en el Ateneo de Madrid

Nos contaba que de niño era un poco desastre y que no hacía nada más que repetir cursos y cursos, y su madre empeñada, una y otra vez, en que el hijo continuara estudiando para que fuera algo en la vida. Cansado de los Escolapios, visto que no iba a repetir más cursos en ese colegio, su rebeldía juvenil, aún inconsciente (que años más tarde comprendería en toda su magnitud), gritó: «Si vuelvo a este colegio será para quemarlo». Hoy, muchos años después, entiende y explica la metáfora de su grito desesperado ante la opresión educativa.

En su inquietud juvenil comenzó como actor de teatro, pero el sabio era incapaz de memorizar y de repetir el texto de las obras que iba a representar. Su personalidad y actuación eran excelentes y los directores no querían perderle y le animaban a que dijera lo que quisiera si no se acordaba de las frases del personaje. Lamentablemente, aquello no funcionó.

Profesor de filosofía durante años en un instituto, anunciaba a comienzos de cada curso que no habría exámenes, que todos los alumnos estaban aprobados. Así podrían disfrutar, con amor a la asignatura, del conocimiento sin opresión. Pero Jesús baja del mundo real poético (la anarquía, mundo al que caminamos) para situarse en el mundo real político (el que vivimos) y aclara que si en lugar de impartir esa materia hubiera tenido que enseñar matemáticas o lengua, la situación hubiera sido otra.

Después de su experiencia teatral empezó a forjarse un gran poeta. Sabio, comunicador, psicólogo, en su recital-actuación nos dio a conocer su vida y obra mostrándonos su sensibilidad, nos hizo pensar en el complejo mundo humano, con sus emociones y angustias, y disfrutar durante más de una hora de su voz. Ya entonces empecé a comprender que el cariño del amigo al calificarle del mejor poeta no tenía nada que ver, que había objetividad en su apreciación. Una pena no haberle conocido antes y haber podido disfrutar de los momentos mágicos que crea. A partir de ahora no debemos perder ninguna oportunidad, y animamos a los compañeros a incluir en las jornadas culturales que organicen la sesión de Jesús Lizano de Berceo. Todo el mundo se alegrará de poder disfrutar y conocer Lizania.

Amador

COMENZÓ porque me limitaban los años
doce años, quince años, veinte años...
Eran límites, eran fronteras soportables:
el año que viene, cuando cumpla treinta años,
el año pasado, el nuevo año...
Eran límites amplios,
era posible la lejanía, el horizonte,
¡por muchos años! Los espacios
dominaban el tiempo,
recibías la aurora, despedías la tarde
ampliamente y amabas
dulcemente los sueños.
Los años eran los carceleros
pero rondaban muy distanciados.
¡Había quien vivía cien años!
Más tarde, comenzaron los meses a limitarme,
aparecían súbitamente, todo era muy distinto,
el tiempo dominaba a los espacios,
era un límite más agobiante,
estaban más próximos los carceleros,
¡eran carceleros!:
el mes que viene, dentro de unos meses,
me oprimían mis propios límites,
¡originaba límites!
Qué había sido de aquellas apacibles distancias,
hay tiempo por delante, decía,
cómo me limitaban los años.
Ahora miraba con recelo todas las cosas,
nueve meses, tres meses, un mes de plazo,
meses, meses volando sobre los sueños.
¿Y las semanas?
Dejaron los meses de ceñirme
y un nuevo límite me controlaba, una nueva medida
extendida por todo el mundo,
cubriendo de espejismos todas sus galerías.
Contaba la vida por semanas,
semana tras semana.
Los carceleros eran los oficiales de semana,
me distraían, me envolvían en las verdades falsas,
la próxima semana, dura muy poco una semana,
la semana santa,
mi mundo era la semana, la realidad era la semana,
la semana, sólo existía la semana.
Qué era un mes sino cuatro semanas
y qué era un año sino cincuenta y dos semanas...
Y contaba las semanas
y veía la humanidad ansiosa
forzada a la semana, viviendo para el fin de semana, /vivos libres
sólo el fin de semana.
Después fueron los días,
empecé a contar los días,
me sobresaltaban los días,
era cuestión de días,
pesaban enormemente los días
y deseaba a la vez que pasaran los días
y que no pasaran...
Me aferraba a los días, ¡buenos días!,
el día estaba allí, era un carcelero inamovible,
/omnipresente,
todo lo medían los días,
¡no era libre! ¡No podía ser libre!,
el día de mi boda, el día de mi licenciatura en filosofía,
apenas encontraba un hueco para mi aventura,
apenas quedaba espacio y yo necesito espacio, /mucho espacio,
no podía salirme de los días,
un día y otro día,
el día de las fuerzas armadas, mañana será otro día,
¡otro día!
Crecía la muralla de los días,
el circo de los días, un día se comía a otro día,
los límites eran insostenibles,
días de ayuno, días de alegría
pero todo medido, era preciso obedecer al día,
despertarse al despertar el día,
dormirse al dormirse el día,
¡la orden del día!,
un día es un día, en los próximos días...
Ahora, mientras escribo este poema,
ya no cuento los días sino las horas,
faltan tres horas, dura cuatro horas,
qué hora es, a qué hora...
Los carceleros se han convertido en mi sombra,
apenas hablo, las horas se confunden y me confunden,
límites, límites, la tarde, la mañana, el mediodía,
una hora cae sobre otra hora, aplasta a la otra,
una hora es como otra hora,
hora adelantada, horas extraordinarias, ¡hace horas /extraordinarias!,
la danza de las horas, horas perdidas, el récord de la /hora,
no somos seres, somos horas, cuerda de horas,
una cada dos horas, cada seis horas,
y suenan las horas y ya sólo puedes oír las horas,
y todo ha de moverse en un horario,
todo ha de estar a su hora,
todo tiene su hora,
cuántas de mis horas son mis horas,
media hora, un cuarto de hora, ¡la hora!
Me destruye pensar que he nacido para las horas,
abro las manos y las tengo llenas de horas.
¡Ah, carceleros, horas terribles que nubláis mis ojos!:
dentro, os llevo dentro, estoy lleno de carceleros, de /sombras.
No quiero ni pensar cómo será mi vida
cuando dependa de los minutos, cuando
sean ellos mis carceleros y no existan
los espacios, los sueños, las dudas,
cuando mi cuerpo sea un garaje de minutos,
minutos, minutos, no tengo ni un minuto, sólo cinco /minutos,
todo sucederá en minutos, qué hará de mí la furia de /los minutos,
cuando no pueda perder ni un minuto,
cómo podré soñar o rebelarme en un minuto,
qué humillación me aguarda cuando en mi vida
sólo se muevan las agujas de los minutos,
qué espacio puede haber entre minuto y minuto.
¡Qué oscura noche había en vosotros, meses, años,
y qué traición vuestros espacios!
¡Erais minutos, minutos, sólo minutos!
¡Que se hunda el mundo será cuestión de minutos!
Finalmente, finalmente, ah, finalmente,
cuando apenas aliente un soplo en mis sentidos,
y sólo existan los segundos, sean los segundos
los que ciñan mi cuerpo, mi vida,
todo mi ser un carcelero monstruoso, un áspid, una /víbora
destruyendo los últimos reflejos,
todo el mundo un carcelero horrible,
y cuando todo sean fantasmas y las ideas se
/conviertan en nubes
y los sentidos en cavernas
y en los últimos segundos
pasen los años, los meses, los días, y las horas
convertidas en aire
y se cierren mis ojos y los rostros sin vida
rían como nunca por todos los abismos del mundo,
cómo desearé seguir prisionero del tiempo,
cómo amaré al tiempo -¡yo era tiempo, dolorosísimo /tiempo!-,
cómo amaré los límites -sólo ellos no estaban
/muertos-
los años y los meses,
los días y las horas y los minutos,
todos los límites del mundo.
¡Cómo me arrancará la eternidad del tiempo!

Jesús Lizano de Berceo

2002 Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo l Contacto: fal@cnt.es