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El Anarquismo en chiclana. Diego Rodríguez barbosa, obrero y escritor (1885-1936)
José Luís Gutiérrez Molina

Gutiérrez Molina, José Luis: El anarquismo en Chiclana. Diego Rodríguez Barbosa, obrero y escritor (1885-1936), Chiclana, Ayuntamiento, Delegación de Cultura, 2001 (Biblioteca de temas chiclaneros, 3), 311 págs. Precio: 6,01 euros.

Si el movimiento obrero y, consecuentemente, el movimiento anarquista en este país han gozado en otros tiempos de una especial atención por parte de la historiografía académica, el género biográfico, por el contrario, no ha recibido nunca una atención especial (1). Muchas son las razones que podrían ser aducidas para explicar este fenómeno, pero opino que la más importante es la escasa relevancia académica que se ha otorgado a un género tan especializado, unida a la casi nula espectacularidad que se pueda alcanzar a través de una historia personal, salvo contadas excepciones (2).

Quizá por este motivo han proliferado las memorias y las autobiografías -ante el temor que seguramente experimentaba el personaje a que su extraordinaria vida quedara sumergida en el insondable olvido-. Pero incluso en este aspecto nos encontramos con fenómenos muy significativos que nos mueven a la reflexión. El anarquista Anselmo Lorenzo, al que hemos hecho referencia, tuvo el acierto de legarnos sus memorias, aunque limitadas al primer período de su agitada vida (3); sin embargo, a diferencia de la gran mayoría de este tipo de textos que suelen servir principalmente para que el autor se justifique o se reivindique, Lorenzo nos presenta una época muy determinada del movimiento obrero y anarquista -la I Internacional, 1868-1888- analizando las circunstancias que rodearon su formación y posterior desarrollo, con los problemas que se tropezaron y los logros y fracasos que cosecharon, en la cual él aparece como un personaje más -ciertamente destacado-, pero sin ánimo de ser el eje de un drama colectivo en el que el protagonista principal es precisamente ese ser anónimo que lucha sin desmayo por defender su dignidad.

Precisamente este personaje anónimo es el que es absolutamente necesario rescatar del olvido, a pesar de las evidentes dificultades que ello entraña. Volviendo al período de la I Internacional, entre esa abigarrada multitud de revolucionarios anarquistas de la primera hora, se observa alguien que está siempre en primera línea, arrostrando los peligros, pero que intenta constantemente esconderse de nuestra mirada. Se trata de Tomás González Morago. Incluso se negó a pasar a la posteridad posando en la fotografía que inmortalizó al primer núcleo organizador de la Internacional española (4). Desde luego tampoco se le ocurrió escribir sus memorias, pensando seguramente que la acción es difícilmente sustituible por los recuerdos y quizá con el convencimiento de que su perpetuación a través del relato de sus actos era contraria a su forma de sentir. Álvarez Junco dice de él que «fue no sólo el personaje más pintoresco y vitalmente "libertario" del núcleo internacionalista inicial, sino de los hombres decisivos en la polémica marxista-bakuninista en España» (5).

Quiso pasar desapercibido y mucho me temo que lo que está consiguiendo, si exceptuamos la breve semblanza que Morato le dedicó (6), aunque entre otras cosas lo califica de «negligente, versátil, escéptico y burlón -el hombre con el que no se puede atar un ochavo de cominos-». Y semblanzas, pinceladas, necrológicas y toda una galería de retratos han proliferado en ausencia de estudios más profundos. Recientemente se ha publicado una enciclopedia -o mejor, un esbozo- del anarquismo español (7) que nos presenta toda una galería de personajes, la mayoría absolutos desconocidos y que, pese a los errores y lagunas que indefectiblemente se introducen en una obra de esta envergadura, es útil para acceder a una primera información sobre la riqueza humana del anarquismo.

A pesar de la opinión negativa de Morato sobre Morago -quizá por ello-, me parece fundamental recuperar ciertos personajes que se nos escurren de entre las manos, pero no para fijarlos de forma indeleble en los pliegues de la historia, lo cual entraría en contradicción con su trayectoria vital y con nuestra ética, sino para ver la sociedad de su época a través de sus ojos; para captar, en la medida de lo posible, sus ideas en torno a la forma de llevar a cabo su transformación. La posibilidad de que emerja a través de esta óptica un modo diverso de contemplar la lucha revolucionaria, alejado de los esquemas tradicionales, ha hecho que sean ignorados.

Pienso que este es el hilo conductor que ha guiado a Gutiérrez Molina para llevar a cabo su estudio sobre Diego Rodríguez Barbosa. El autor es ya sobradamente conocido por sus trabajos sobre la historia del anarquismo en Andalucía (8). Su método es contemplarla desde una óptica mucho más centrada en el estudio de la sociedad en la que se inscribió el proceso de desarrollo del anarquismo y de sus luchas, que en una simple catalogación de hechos más o menos relevantes. En su investigación sobre el anarquista andaluz, además de recuperar su trayectoria revolucionaria, rescata del polvo de los archivos su obra literaria y nos lo presenta por ello también desde su vertiente creadora (9). Recordemos que en su inmensa mayoría, los militantes anarquistas -especialmente los andaluces- eran autodidactas; con una formación intelectual especialmente dirigida a la crítica social y política del sistema de explotación capitalista. La acción cotidiana en la calle, la fábrica o el taller fue siempre su mejor escuela. Rodríguez Barbosa no escribió ningún tratado teórico, aunque sí realizó una interesante labor periodística de información y crítica. Su obra se compone de cuatro novelas ideales y una novela libre. No voy a entrar en el análisis de este tipo de literatura, en líneas generales de esquema simple y un tanto maniqueo (10), pero no cabe duda de que en algunos casos el esquema se rompe y ofrece destellos creadores. «Trama y compromiso ideológico fluyen de forma conjunta», comenta Gutiérrez Molina, al igual que lo hacen los protagonistas reales, ofreciéndonos con su cuidado trabajo la historia de una pequeña localidad andaluza, Chiclana, unida en su lucha a un vasto proyecto general. La historia personal de Rodríguez Barbosa está indisolublemente unida a la comunidad en la que desarrolló sus ideas y su acción, y esto es lo que sobresale de modo inequívoco en la obra de Gutiérrez Molina.

Paco Madrid

1. No quiero decir con ello que no existan aportaciones muy valiosas en varios campos, generalmente fuera del ámbito académico, pero se observan lagunas muy importantes en algunos sectores que sin duda servirían para despejar muchas de las dudas que aun hoy nos inquietan. Aquí me limitaré a citar la ausencia de una biografía de Anselmo Lorenzo, uno de los internacionalistas españoles más importantes y un prolífico escritor, cuyas ideas influyeron en varias generaciones de anarquistas.

2. Ciertamente, algunas de estas excepciones han alcanzado cotas míticas, como es el caso de la biografía de Durruti que Abel Paz escribió hace ya muchos años y que la Fundación Anselmo Lorenzo reeditó en 1996; sin embargo, cabría señalar que el autor no se limitó a hacer una historia de la vida del luchador anarquista, sino que sus páginas reflejan una historia de los años más agitados de este país, de los cuales emerge la figura del revolucionario -más adelante, al hablar de la obra que nos ocupa, trataré este aspecto, a mi modo de ver fundamental, con mayor profundidad- y me da la impresión de que en este detalle radica su éxito.

3. El proletariado militante, nombre que tomaron las memorias de Anselmo Lorenzo, fueron escritas en tiempos diversos. El primer tomo se publicó en 1901 y el segundo en 1923. Posteriormente fueron reeditadas en diversas ocasiones. La última fue la que compiló Álvarez Junco en 1974 para Alianza Editorial.

4. Poco antes de abandonar Madrid en enero de 1869, el anarquista italiano Fanelli se fotografió junto a los componentes del que sería el primer núcleo organizador de la Internacional en España. González Morago rehusó la invitación a posar con el grupo alegando que tenía sueño y quería seguir durmiendo.

5. En Lorenzo, Anselmo: El proletariado militante, prólogo y notas de José Álvarez Junco, Madrid, Alianza Editorial, 1974, p. 444, nota 7.

6. Morato Caldeiro, Juan José: Líderes del movimiento obrero español, 1868-1921, selección y notas de Víctor Manuel Arbeloa, Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1972, pp. 95-101.

7. Íñiguez, Miguel: Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2001, 648 págs.

8. Gutiérrez Molina, José Luis: La idea revolucionaria. El anarquismo organizado en Andalucía y Cádiz durante los años treinta, Madrid / Sevilla, Madre Tierra / Las Siete entidades, 1993, 235 págs.,
-Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República, Madrid, Madre Tierra / Fundación Anselmo Lorenzo, 1994, 492 págs., entre otros muchos libros y artículos.

9. Gutiérrez Molina ya había ensayado este sistema con otro anarquista andaluz. Véase, Se nace hombre libre. La obra literaria de Vicente Ballester, estudio introductorio de José Luis Gutiérrez Molina, Cádiz, 1997, 328 págs.

10. Para quien esté interesado en el análisis de esta literatura popular, remito al estudio de Siguan Boehmer, Marisa: Literatura popular libertaria (1925-1938), Barcelona, Península, 1981, 197 págs.

2002 Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo l Contacto: fal@cnt.es