Un
nuevo local para la Fundación
o El reto de conseguir un lugar de encuentro y difusión del anarquismo
Necesitamos
contar la historia de la búsqueda de un nuevo local para la Fundación
para que todos aquellos que estén interesados
la puedan conocer.
En setiembre
de 2003, el compañero Javier Porro, ingeniero de profesión
y buen conocedor del mundo de la construcción, sector en el que
trabaja desde hace muchos años, nos animó a comprar un
local en el centro de Madrid. Se pretendía con ello que la Fundación
tuviera un lugar de encuentro en un sitio bien comunicado de la capital,
donde se pudiera tener de forma adecuada la biblioteca, hemeroteca y
archivo, además de la editorial y la librería. Ese local
facilitaría también la posibilidad de presentar libros,
dar conferencias, convocar charlas y crear debates en torno a la historia
e ideas libertarias; es decir, un lugar de encuentro y difusión
del anarquismo. La idea era buena, el problema estaba en la cuestión
económica. La FAL cuenta con escasos recursos económicos
para afrontar una empresa de estas características, pero el local
que había visto el compañero, aun dentro de la locura
de los precios inmobiliarios, entraba dentro de las posibilidades si
los compañeros respondían con solidaridad. Se inició
así una campaña de solicitud de ayuda para la compra del
local. En el número anterior de Bicel dimos a conocer este proyecto.
Problemas ajenos a la Fundación (los herederos propietarios no
acababan de ponerse de acuerdo en la venta del local, había problemas
con la división horizontal del edificio, que no estaba hecha)
impidieron que pudiéramos adquirir el local en la calle Valverde,
junto a la Gran
Vía madrileña.
Vista la
respuesta de solidaridad de los compañeros, Javier Porro siguió
buscando otro local. Encontró otro más grande y adecuado
que el anterior, en una calle también próxima a la Gran
Vía. Procedimos a comenzar las negociaciones para su adquisición.
Cuando ya estábamos dispuestos a dar la señal de compra,
con el crédito hipotecario ya concedido por la entidad bancaria,
el local fue vendido a otro comprador, que se nos adelantó; parece
que ofreció algo más de dinero del que nosotros estábamos
dispuestos a entregar.
Javier,
con su característico entusiasmo, no cesaba de buscar. Vimos
otro local, cerca de la calle Toledo, también bien comunicado
y céntrico. Dispuestos también a negociar la compra, nos
llama el compañero para comunicarnos que ha encontrado uno de
ensueño. No está tan céntrico, pero es más
amplio que los anteriores: tiene setecientos metros cuadrados y está
en condiciones idóneas para entrar, incluso con calefacción
y aire acondicionado (en los anteriores, aunque más económicos,
había que hacer obras para habilitarlos). En un lugar bastante
céntrico y bien comunicado, en la tranquila calle Peñuelas,
número 41, próxima al llamado Pasillo Verde, el precio
no era tan alto como si hubiera estado situado en una calle comercial.
Visto por los miembros de la Junta de la Fundación, se acordó
dar la señal y proceder a comprarlo en 850.000 euros, algo menos
de lo que inicialmente pedían los vendedores.
Esta es
básicamente la historia del local de la FAL, que no hemos podido
dar a conocer tan en detalle porque el Bicel no se publica con la periodicidad
que deseamos.
Las donaciones
económicas que hemos ido recibiendo para la adquisición
del nuevo local, para lo que se abrió una cuenta bancaria, se
han ido dando a conocer a través del periódico CNT, que
tiene periodicidad mensual y espacio en sus páginas. Indicamos
en esa lista el nombre de los compañeros, grupos, sindicatos
y organizaciones que económicamente han ayudado. El hacerlo en
las páginas del Bicel ocuparía mucho espacio, que deseamos
utilizar para dar otra información. Muchas gracias a todos aquellos
que nos han ayudado y van a seguir haciéndolo.
Ahora,
si salen las cuentas tal como tenemos planeado, tendremos que pagar
la hipoteca. Si no sale como está previsto, tendríamos
que encontrar a cien compañeros que puedan pagar todos los meses,
cada uno de ellos, treinta y seis euros; o bien doscientos compañeros
que paguen dieciocho euros mensuales cada uno. Esa es la cantidad a
la que ascienda la hipoteca. Cuantos más seamos, menos tendremos
que pagar cada uno. Dentro de unos años, con lo que va subiendo
la vida, esa cantidad nos parecerá pequeña y el local
de la Fundación, un sueño hecho realidad. Todo constituye
una gran ilusión, pero acompañada de una gran responsabilidad.
Nos comentaban
los compañeros que se exiliaron a Francia tras la Guerra Civil
que, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, faltos de recursos económicos
para comprar un local, del que estaban muy necesitados, donde tener
la sede de la CNT, fueron a hablar con Picasso [su secretaria era la
compañera Mercedes Comaposadas] y se ofreció a ayudar.
El pintor les entregó un cuadro firmado, y con la subasta del
lienzo consiguieron una importante cantidad económica para la
compra del local. Quizás hoy, que andamos en la misma situación
para la compra de un inmueble, podamos encontrar, con un poco de imaginación,
voluntad y esfuerzo alguna solución parecida. No estamos hablando
de soluciones mágicas. Hablamos con sensatez y sentido común.
Es posible que algún artista (músico, escultor...) afín
a nuestras ideas nos pueda ayudar con algunas de sus obras.
Abrimos,
no obstante, para ser prácticos, un boletín de ayuda mensual,
que pasaremos por banco. Todo aquel que esté interesado, que
facilite los datos bancarios y todos los meses le detraeremos de su
cuenta la cantidad que nos indique.
Una opción
que sería de gran utilidad para librarnos en lo posible de las
garras de los bancos es el préstamo que quizás algunos
compañeros puedan hacer. Para tener algunos ahorros en el banco,
es posible que prefieran depositarlos para la compra del local, y la
Fundación se compromete a devolverlo. Esta modalidad es de gran
ayuda para la FAL, que se libraría de tener que abonar unos intereses
que el banco desde luego no va a pagar a quien tiene en sus cuentas
depositado el dinero.
Que la
gente se anime a hacerse socio de la Fundación, a suscribirse
a todas las publicaciones, a comprar libros, etc., ayuda a conseguir
que nuestro proyecto sea una realidad.
Otra ayuda
puede ser como la de las editoriales Numa, Iralka o la del grupo musical
Los Muertos de Cristo. Carentes de recursos económicos, han donados
libros a la Fundación. Con su venta, la FAL consigue dinero para
poder adquirir el local.
Todo ayuda.
El tren está en marcha. Colabora como puedas para que siga funcionando.
La Junta
de la FAL