Los
días de llamas de la revolución
Ledesma,
José Luis: Los días de llama de la revolución. Violencia y política
en la retaguardia republicana de Zaragoza durante la Guerra Civil, Zaragoza,
Institución Fernando el Católico, Diputación de Zaragoza, 2003 (Estudios,
Historia), 362 págs.
Este libro
viene a llenar el vacío que hasta ahora existía sobre la violencia revolucionaria
en la retaguardia republicana aragonesa, aunque en este caso se ciñe
sólo a la zaragozana. La tarea no era sencilla, pues Ledesma no se propone
únicamente contar las 742 víctimas y elaborar la ficha personal de cada
uno de ellas, lo que lo convertiría en un trabajo cuantitativo más,
sino que ha tratado de comprender el alcance y significado del fenómeno
revolucionario y su aplicación en el Aragón republicano. Y comprender
el significado profundo de los fenómenos de violencia
desde la perspectiva actual y cuando van acompañados de un proceso revolucionario
como el que se abrió en la mitad este de Aragón en julio de 1936 es
un arduo cometido. La casi totalidad de los tópicos de la historiografía
y la machacona cantinela tantas veces repetida sobre la culpa de los
«anarquistas», de «las hordas rojas», de los «incontrolados» y de la
«violencia espontánea» popular en la responsabilidad de los saqueos,
asesinatos, quema de iglesias y otros altercados es lo que Ledesma trata
de analizar, comprobar y buscar las explicaciones a aquellas acciones
inmersas en la reacción que se dio ante el asalto a la legalidad republicana.
En Aragón, la represión republicana debe analizarse en su relación con
la guerra, la revolución social y la lucha por su control político,
teniendo en cuenta la atomización local del poder y la situación que
se creó ante la falta de un gobierno central y ni siquiera provincial
(las tres capitales habían quedado en poder de los sublevados). La llegada
de las columnas de milicianos procedentes de Cataluña aumentó el descontrol
y el número de «dueños» de esta zona aragonesa. El autor no comparte
la idea de que la sublevación militar tenía una relación directa entre
la violencia en época republicana y su desenlace en la guerra civil.
Nada hacía presagiar en la zona zaragozana los muertos que se produjeron
a ambos bandos de las trincheras. Sólo hubo pequeñas protestas y huelgas
por reivindicaciones concretas. Para Ledesma, la violencia vino de fuera,
lo mismo que las armas y los que las disparaban. Pero por fuerza hubo
colaboradores locales que señalaban con el dedo a los «enemigos». El
grado de fractura social ya existente entre los defensores del viejo
orden y los que soñaban con modificarlo, es la verdadera razón de la
violencia que se desatará luego. Cuanto mayor era la fractura, mayor
fue la represión. Si además hubo un gran apoyo a la rebelión y empuñaron
armas contra la República, mayor número de víctimas habría. No se crearon
enemigos nuevos; ya existían. Ledesma va desmenuzando los diferentes
momentos de la violencia: la inicial influencia de las columnas; el
establecimiento del Consejo de Aragón y sus intentos por controlar todo
lo referente al orden público con la creación de un Tribunal Popular
de Aragón; la disolución del Consejo y de las colectividades con la
consiguiente persecución, encarcelamiento y en algún caso, asesinato
de los dirigentes anarquistas por parte de las tropas enviadas por el
gobierno (la 11.ª División de Líster); la conquista de algunos pueblos
en la ofensiva de Belchite y la violencia contra los detenidos (acusados
de múltiples asesinatos de republicanos en el año que ya duraba la guerra);
y por fin, los meses anteriores a la conquista de este territorio por
las tropas franquistas (marzo de 1938). Pasa luego a analizar quiénes
son las personas asesinadas y las razones por lo que lo fueron. En resumen
podría decirse que se trata de las personas que representaban a una
sociedad que se niega a los cambios sociales que se demandan por parte
de los revolucionarios: sacerdotes, propietarios, comerciantes, representantes
del poder (alcaldes, concejales, jueces, notarios, registradores, etc.)
Pero hay también obreros, jornaleros y labradores que tienen en común
con los anteriores, en la gran mayoría de los casos, haberse unido a
la rebelión, haber empuñado armas contra la República. Para Ledesma,
«la represión vivida en la retaguardia republicana zaragozana difícilmente
podría calificarse con propiedad como “terror” o definirse como una
persecución dirigida y sistemática. Al contrario, había surgido del
colapso estatal y sobre todo de una radical dispersión del poder, y
su reducción fue paralela a la superación de ese fraccionamiento». Pero
los vecinos y milicianos que estaban tras las muertes y las denuncias
no eran desconocidos. Y mucho menos sus víctimas. Nos encontramos ante
un trabajo serio y riguroso que cierra el círculo en el que voluntariamente
se ha metido. Nos analiza la realidad de la violencia, la revolución,
los revolucionarios, sus razones, sus necesidades; nos habla de las
víctimas y de las posibles razones para que lo fueran; nos habla del
tiempo de las muertes y de los motivos de sus diferentes períodos. En
definitiva nos analiza quiénes son las «hordas», qué querían y por qué
se comportaron como lo hicieron. Y todo ello incardinado en la realidad
revolucionaria del momento, en una guerra, en un contexto de conflicto
social y de lucha por el poder, única forma de entender lo sucedido
en momentos tan difíciles y esperanzadores. José María Maldonado Con
el título de Francesc Ferrer i Guàrdia, una vida por la libertad, ha
publicado el pasado año el Ayuntamiento de Barcelona, en colaboración
con la televisión catalana, un video en VHS, sobre la vida y obra de
Ferrer. A los 94 años de la ejecución del personaje, y a los 102 de
la creación de la escuela, este documental exquisitamente realizado
rememora las vicisitudes y distintas etapas de la vida del ilustre educador.
La de Ferrer, ocupa un lugar destacado dentro de las pedagogías que
ha inspirado el pensamiento libertario; una teoría educativa que ante
todo lo que busca es formar personas libres, personas con criterio,
y sobre todo personas con espíritu crítico y espíritu científico. Ese
espíritu crítico, que en definitiva es la gran asignatura que falta,
y faltará siempre en todas las pedagogías conservadoras, en todas aquellas
pedagogías que pretenden la perpetuación del sistema; de cualquier sistema,
llámese como se llame, más allá de las cotas de libertad y de igualdad
que haya alcanzado la sociedad, pues como decía Mella, ese ilustre contemporáneo
de Ferrer, más allá del ideal, se encuentra el ideal. Para valorar adecuadamente
la pedagogía de Ferrer, hay que situarse en el espíritu de la época,
y compararla con las actuaciones pedagógicas entonces al uso: castigo
físico (la letra con sangre entra...), segregación de sexos; oscurantismo
religioso inculcado a los niños etc.; lo que hace que una educación
que permite que el niño se desarrolle libremente, sin represiones; una
enseñanza que estudia y analiza las causas de la desigualdad económica
o la falsedad de las religiones a la luz de la ciencia; y que a la vez
conciencia en el error que supone la sumisión a la autoridad, sea considerada
como lo que en realidad es: una herramienta revolucionaria. El video
es un documental basado en entrevistas a personas especializadas en
la figura de Ferrer, tales como Pere Solà, y otros como Jordi Serra,
director de la Fundación Francesc Ferrer i Guàrdia, o el alcalde de
Bruselas, Freddy Thielemans. Este video, que viene a hacer un poco de
justicia desde las instituciones oficiales a la figura de Ferrer, es
un complemento de otro documental titulado La Escuela Moderna, que fue
emitido hace unos años por Televisión Española, y del cual existe copia
asimismo en la FAL. Quien esté interesado en recibir más información
ha de ponerse en contacto con Agustí Corominas en el siguiente correo
electrónico: koro@vallesnet.org Un siglo después, y a la luz de ésa
y otra experiencias pedagógicas dentro de lo libertario, entre la que
ocupa un lugar bien destacado la Escuela Nueva Unificada, heredera de
La Escuela Moderna, pero siendo a la vez una experiencia educativa diferente;
ésta última basada más en un neutralismo ideológico (?); hacen que la
urgente necesidad de replantearse formas de intervención pedagógica
al margen del sistema, impliquen que la vuelta a Ferrer sea no solo
necesaria, sino imprescindible si queremos buscar huecos por donde hacer
frente a un sistema que lo abarca todo, y que todo lo penetra, sobre
todo las mentes.
C. Carretero