Transiciones
Transiciones.
De la asamblea obrera al proceso del pacto social. CNT (1976-1981)
Carmona
Pascual, Pablo César: Transiciones. De la asamblea obrera al
proceso del pacto social. CNT (1976-1981), Madrid, Fundación
de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2005, 168 págs.
Precio: 8,00 euros.
Cuando,
en 1976, decidí afiliarme a la CNT, me acerqué a la calle
Olmo con los dos compañeros que me avalaban. Había una
multitudinaria asamblea y el ambiente era bastante agitado. Llevaba
un par de años organizado en el Ateneo Libertario de Villaverde
y salíamos a reunión, manifestación o huelga diaria,
así que no me sorprendió el ambiente entre ilusionado
y tenso de los/as presentes. Por otro lado, estábamos llegando
por miles casi todos/as jóvenes como yo a una CNT
recientemente reconstruida, lo que convertía en un hecho igualmente
cotidiano mi incorporación. Sin embargo, ese mismo día,
ya tuve que vivir un detalle que me resultó sorprendente y preocupante:
alguien me preguntó, sin tapujos, a qué tendencia iba
a adherirme. Acostumbrado a participar en todas las luchas callejeras
de barrio, de fábrica o de defensa de los sectores marginados
(presos, mujeres, homosexuales, etc.), con todo aquel que apareciera
por allí, recibí la propuesta con evidente desagrado y
dije que mi adhesión era con la CNT.
Ese era
el momento político que se vivía en 1976: agitación
permanente, ilusión por salir de un tiempo gris y represivo,
expectación por saber qué había más allá
del cadáver de una dictadura que se había eternizado y
una energía desbordante que nos daba la juventud y la pasión
por conseguir un cambio que veíamos posible y necesario. Las
ideas, sin embargo, eran bastante difusas. Sabíamos que el anarquismo
tenía como base principal la libertad. Que practicaba la solidaridad
y la autogestión. Que se organizaba en grupos o sindicatos libremente
federados... Suficiente.
La realidad,
en cambio, era mucho más compleja. La CNT se había ido
reconstruyendo desde varias y diferentes zonas, ambientes y sensibilidades,
tanto de dentro como del exilio, y se iban añadiendo otras a
veces complementarias y otras divergentes.
Y esa complejidad
es la que Pablo Carmona nos desvela en este trabajo tesina
sobre la CNT entre los años 1976 y 1981. En el proceso de reconstrucción
de la Confederación Nacional del Trabajo, desde los contactos
con la CNT del exilio, grupos como Solidaridad, los Grupos Obreros Autónomos
o el Movimiento
Obrero Autónomo, convergiendo con otras experiencias anarcosindicalistas
o con tendencias asamblearias dentro de CC. OO., fueron convocando reuniones
y asambleas que concluirían con el relanzamiento de la Confederación.
Empezando por Madrid y Barcelona, en menos de un año estaba en
marcha en todo el país, de nuevo, la histórica CNT, tantas
veces prohibida, tantas veces reprimida y hasta dada por desaparecida.
Esa complejidad
que permitía convivir, con grandes dificultades, a las diferentes
tendencias que llegaban o se iban desarrollando con rapidez (anarcosindicalistas,
autónomos, consejistas, anarquistas, y hasta marxistas, trostkistas
o cristianos), sumadas a las propias de la diferencia generacional entre
los miles de jóvenes que llegábamos en tropel, sin el
menor conocimiento (ni interés) sobre sindicalismo y los viejos
cenetistas que reaparecían, es la que pone sobre el papel el
autor. Los que llegábamos preocupados/as por cuestiones sociales
o marginales, por la ecología o el antimilitarismo, y con veinte
años, nos encontramos sin una generación intermedia que
sirviera de colchón con «los abuelos». Diferentes
preocupaciones, diferentes lenguajes y diferentes formas de ver las
prioridades y las formas de la organización, sin olvidar la velocidad
vertiginosa de los acontecimientos y el rapidísimo crecimiento
de la CNT y el resto de las organizaciones libertarias, no ayudaban
a serenar y templar un necesario debate sobre la mejor estrategia y
el camino hacia el V Congreso confederal, el primero tras cuarenta años
de dictadura,
el primero tras largos exilios y dolorosas rupturas, el primero tras
la reconstrucción interior, que resultó realmente difícil,
complicado y traumático como el propio Congreso. Pero también
ese camino resultó lleno de satisfacciones y enorme ilusión,
como la propia actividad militante, participando en la recuperación
de ideas y organizaciones históricas, en un momento de cambio
trascendente, viendo y viviendo el interés que despertaban, hasta
llenar plazas y parques, con acontecimientos como los de San Sebastián
de los Reyes o Montjuich. Las frecuentes luchas, en las que la CNT participaba,
como las de Induyco, Roca o gasolineras nos llenaban tanto como las
actividades culturales cuyo cenit fueron la Jornadas Libertarias de
Barcelona, con el centro principal en el Parque Güell y medio millón
de participantes.
Fuera,
las cosas ocurrían con la misma rapidez. A un movimiento potente,
entusiasta y heterogéneo, acelerado y animado por el final de
la dictadura, siguió un desencanto no menos importante (cuando
se vio que los cambios que se podían entrever no se notaban tanto
en la vida cotidiana, que la revolución social se intuía
lejos y que para lo que venía no hacía falta tanto desgaste
de energía), y que también afectó a los ambientes
anarquistas y anarcosindicalistas.
Por otro
lado, los servicios del poder no iban a estar quietos ante el ascenso
imparable de las organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas. Las
detenciones de decenas de miembros de la FAI y, sobre todo, el incendio
del Scala, pretendían criminalizar un movimiento del que ya el
ministro del Interior, Martín Villa, había dicho que temía
más que a ETA.
Pero no
sería desde fuera desde donde se podía hacer más
daño a la CNT. Tantas divergencias internas, los intentos de
algunos para cambiar cuestiones básicas en el anarco-sindicato
(particularmente su visión respecto a las elecciones sindicales
y los comités de empresa) y, sobre todo, la incapacidad de determinados
personajes para asumir el resultado del Congreso celebrado en la Casa
de Campo en diciembre de 1979, abrieron las puertas a una escisión
(con una segunda parte en 1984), que supuso el abandono de miles de
compañeros/as, no tanto a esas escisiones que darían lugar
a la CGT, como a su casa, cansados y aburridos de las luchas intestinas.
Todo esto
está en el libro que ahora publica la Fundación de Estudios
Libertarios Anselmo Lorenzo. Trabajando duro en sus archivos, ha ido
hurgando Pablo Carmona en la reciente historia de la CNT. La segunda
mitad de los años setenta supuso el resurgir de una organización
que había reunido a dos millones de trabajadores y trabajadoras
a finales de los años treinta y que, después de una guerra
cruel y asesina provocada por el golpe de Estado militar y la represión
interminable y salvaje de los fascistas, consiguió reunir nuevamente
a más de doscientos mil afiliados/as en un tiempo récord.
Tenemos
bastantes trabajos sobre el movimiento obrero anarquista hasta los años
cuarenta, pero pocos de esta etapa trascendental y que explican los
acontecimientos y el devenir posteriores, incluyendo lo que nos está
tocando vivir ya en estos primeros años del siglo XXI. Este trabajo,
quizás más desapasionado que el de Juan Gómez Casas,
por salir más de los archivos y entrevistas que de las propias
vivencias, es uno de los pocos acercamientos a la historia libertaria
de la Transición. Como dice el propio autor, «historiar
lo libertario es cubrir un tremendo espacio dejado en el estudio de
la sociedad española de los años setenta, pero también
significa acercarse a todo el sustrato social asesinado por la Historia
Oficial: sindicalismo radical, marginación social, torturas carcelarias,
reconversión industrial, proyectos feministas y las opciones
libertarias, autónomas y antiautoritarias fueron barridas de
un modo de hacer historia que aparece complaciente con su pasado y esquivo
ante el doloroso trabajo que conlleva la crítica de su presente».
Queremos agradecer, por tanto, el esfuerzo por sacar a la luz una etapa
cercana e importante de las luchas participadas por tantos hombres y
mujeres desde una CNT siempre revolucionaria y anarcosindicalista, a
pesar de los permanentes intentos por acabar con ella, unas veces con
la represión directa y otras tratando de integrarla en el sistema.
Pascual
González