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La cultura anarquista en el país valenciano
Francisco Javier Navarro Navarro

Navarro Navarro, Francisco Javier: Vida y actividad cultural de las asociaciones anarquistas valencianas durante la Segunda República y la Guerra Civil, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2002 (Historia / Estudios), 610 págs. Precio: 15,00 euros.

La historiografía académica que se ha ocupado de trazar la trayectoria del anarquismo durante la Segunda República y la Guerra Civil parecía haber llegado ya a completar el cuadro histórico. Siempre desde una perspectiva exclusivamente política, los sucesivos estudiosos preocupados por este tema habrían ensayado sus diferentes interpretaciones hasta confluir en una descripción muy similar: el movimiento anarquista, con su actitud irreflexiva e incoherente, en nombre de una revolución imposible (¿utópica?), había acosado de tal modo a la República que había reducido a cenizas el trabajo sereno de sus gobiernos para resolver los problemas económico-sociales del país, jugando consecuentemente un papel contra-revolucionario. En resumen, los planteamientos anarquistas "debilitaron al liberalismo, no a las derechas" y fueron uno de los factores que hicieron inevitable el enfrentamiento armado. Por otro lado, el mantenimiento de estos mismos planteamientos durante la contienda, habría llevado inevitablemente a la derrota.

Desde esa perspectiva se alcanzan dos objetivos que, aunque aparentemente disociados, están estrechamente vinculados a través de la "legitimidad histórica": por un lado se considera a los gobiernos (de izquierdas o de derechas, dependerá en todo caso de las inclinaciones personales del historiador de turno) portadores de valores innegables (entre otros su necesidad, que se da por supuesta y su carácter, en algunos casos, de mediador en los conflictos entre capital y trabajo) y por otro -de modo claramente subrepticio, pero suficiente para colar por los respiraderos de la historia un mensaje subliminal harto eficaz- se considera que la reacción militar no tuvo más remedio que intervenir para "salvar al país del caos".

No deja de resultar sorprendente que en los dos únicos períodos históricos en los cuales triunfó la República en este país, se repitan de forma casi mimética los esquemas interpretativos. Aunque sólo fuera por este hecho, ya resultarían sospechosas las conclusiones a las que se llega. Durante la primera República, los impacientes cantonalistas, con su deseo de acelerar el proceso histórico, habrían abocado a aquella a adoptar actitudes dictatoriales extremadamente represivas y en última instancia habrían propiciado el golpe militar de Pavía. En la Segunda República, por determinados rasgos (las huelgas declaradas sin orden ni control o las insurrecciones anarquistas), "el mundo confederal recuerda al del radicalismo abertzale actual".

Si es cierto que "la historia proporciona toda clase de precedentes a la medida de todos los discursos y de todos los gustos", no lo es menos que estos discursos se dirigen por lo general en un mismo sentido. Se trata, en definitiva, de proporcionar la necesaria coartada histórica a un tipo de sociedad basada en la explotación, al tiempo que se construye el entramado necesario para su sostenimiento teórico. Por ello, las construcciones históricas que con la mejor voluntad se llevan a cabo para contrarrestarlo, únicamente sirven, en última instancia, para reforzarlo. Por ese camino se llega inevitablemente a posiciones irreductibles, en las cuales el enfrentamiento imposibilita cualquier tipo de crítica coherente, quedando reducido, a lo sumo, a una serie de descalificaciones de uno y otro lado que sumergen el conocimiento de nuestro pasado en una ciénaga, en la cual se hunde cualquier proyecto honesto de recuperar del olvido los aspectos positivos de las luchas contra la explotación y las instituciones que las apoyan y sustentan.

Una posibilidad de salir de este callejón sin salida, que parece ya haber agotado todos sus recursos, es intentar nuevos enfoques de la cuestión que nos posibilite una perspectiva mucho más amplia de nuestra historia. De este modo, además de corregir las distorsiones que se han ido gestando, nos proporcionará suficientes argumentos para contrarrestar las afirmaciones de aquellos que piensan que ya todo está dicho en este terreno y consideran que ya nada queda por investigar sobre el anarquismo, especialmente en un período tan controvertido y conflictivo como lo fue la Segunda República y la Guerra Civil.

Uno de estos enfoques -en mi opinión uno de los más fructíferos- es la investigación y el estudio de la cultura anarquista. Cierto que ya se han llevado a cabo incursiones en este terreno, pero considero que son trabajos excesivamente genéricos y aunque algunos de ellos son extraordinariamente brillantes, se centran exclusivamente en las manifestaciones culturales que los anarquistas han desarrollado a lo largo de su agitada historia. Por contra, se trataría de hacer aflorar a la superficie el imaginario social de los anarquistas, poner de relieve los procedimientos que emplearon para superar las contradicciones con las que se tropezaron, en definitiva, descubrir ese sustrato en el que basaban su decidida voluntad de transformación social, todo ello oculto bajo una espesa capa de prejuicios, veladas afirmaciones o juicios apriorísticos.

Esta necesidad, que ya se dejaba sentir desde hace algunos años, ha empezado a dar sus frutos. Varios estudios sobre esta problemática han sido presentados como tesis doctoral, uno de ellos sobre los ateneos libertarios de Madrid (1), otro centrado especialmente en Cataluña (2), y el tercero sobre el país valenciano. Desgraciadamente, las dos tesis citadas en primer lugar todavía permanecen inéditas, sólo la última ha empezado a ser editada en forma de libro (3). Confiando en que aquéllas pronto vean la luz, nos ocuparemos del trabajo recientemente publicado. (4)

A la vista de las dificultades que entraña un estudio de esta naturaleza, resulta comprensible que hasta ahora no se haya abordado de forma sistemática una investigación de esta índole. Hace ya algunos años, un historiador justificaba su ineptitud en este campo poniendo de relieve "la dificultad al historiar el pensamiento y la acción educativa y cultural de las Juventudes Libertarias en estos años de Guerra Civil" (5); pero con ello tan sólo parece querer justificar su descalificación apriorística de la labor de esta rama del movimiento libertario al declarar que "las posiciones encontradas en el seno de la Federación juvenil, reflejo de las que se producen en los debates de sus "mayores", contribuyen a crear una sensación de caos que afecta sobre todo a la acción y al discurso ideológico-político" (6), cuando en realidad esa sensación de caos está tan sólo en su discurso histórico que se cierra sobre sí mismo, sin que podamos extraer ninguna conclusión válida. Se tiene la impresión, al leer este libro, de que se está contemplando un puzzle mal ensamblado, porque los contornos que unen las distintas piezas están difuminados al faltarles el necesario apoyo teórico que les diera forma.

Esta actitud apriorística ya nos la avanzaba el autor al inicio al afirmar que "las Juventudes Libertarias, haciendo quizá honor a la ideología que las sustenta, no ofrecen muchas posibilidades para su estudio", contraponiéndolas a las Juventudes Socialistas Unificadas, las cuales "hacen del orden -expresado en términos de jerarquía, de homogeneidad de criterio, de custodia de documentos, de uniformidad y cuidado en el esfuerzo divulgador de sus posiciones ideológicas, etc.- un motor fundamental de su éxito". Es decir, que el anarquismo no actuaría -según sus presupuestos ideológicos- con el fin de alcanzar una sociedad sin Estado, igualitaria y más humana, sino con el oscuro deseo de fastidiar a los futuros historiadores. Esto, además de ser un absurdo histórico, se demuestra falso a poco que se analice la labor cultural desplegada por los anarquistas en cualquier momento histórico, incluso en momentos críticos como una dictadura o un período revolucionario.

Precisamente el libro de Javier Navarro resulta una excelente muestra para rebatir por completo esas afirmaciones. Desde luego no se ocultan las dificultades que entraña el estudio de un movimiento polifacético como el anarquista y sumamente escurridizo para quien parte de presupuestos ideológicos centralistas y ordenados en un continuum espacio-temporal. Éstas se derivan de la falta de documentación (especialmente de la referente a las actividades de los ateneos, los cuales no se cuidaron nunca, o muy pocas veces, de confeccionar actas de sus acuerdos o libros de registro de sus actuaciones), pero especialmente de la incapacidad de comprender que la cultura anarquista es algo que va más allá de sus manifestaciones culturales y conforma un universo propio en el cual se integran todas sus actividades.

Javier Navarro ha debido recurrir a todas las fuentes a su alcance, sin ahorrar esfuerzos en recuperar todas las informaciones necesarias para su estudio, especialmente a la prensa, que en este caso concreto se demuestra una fuente de indudable valor para intentar colmar las lagunas en la documentación archivística, pero también a las fuentes orales, entrevistando a los protagonistas aún vivos de estas experiencias o utilizando las que se registraron en su momento. En definitiva, un trabajo arduo que afortunadamente tiene sus recompensas. El resultado es un cuadro lo suficientemente amplio para dar una idea de la riqueza y variedad de la cultura anarquista, como antes comentaba, y al mismo tiempo poner de relieve las significativas diferencias existentes entre las actividades culturales de otras formaciones políticas (tendentes por lo general a encuadrar a sus simpatizantes en un orden jerárquico y perfectamente estructurado) y la anarquista, que tendía siempre a la autoformación del individuo y a su transformación en la medida del cambio social que preconizaban.

El libro se inicia con una extensa introducción en la que se repasan los diferentes criterios de sociabilidad y las diferentes teorías a que han dado lugar los numerosos estudios en este campo que se han prodigado en los últimos años. Un análisis necesario para enmarcar los estudios sobre la sociabilidad anarquista y sus propuestas culturales. En los sucesivos capítulos se hace un minucioso recorrido por los espacios de la sociabilidad anarquista, desde los grupos de afinidad hasta sus organizaciones específicas, poniendo de relieve ese entramado asociativo cuyo nexo de unión lo constituía precisamente su actividad cultural, entendida ésta en su sentido más amplio, tal como apuntaba más arriba.

Este libro constituye además una inmensa cantera de información rescatada a través de una labor más arqueológica que histórica y ensamblada siguiendo unas pautas adecuadas al tema de estudio. Algunos de estos datos los ha agrupado el autor en algunos anexos, presentándonos listas de grupos anarquistas, ateneos libertarios, agrupaciones de Juventudes Libertarias o de Mujeres Libres, etc., del país valenciano, completando de ese modo la presentación de la inmensa riqueza cultural que los anarquistas desplegaron en un período tan conflictivo como la República y la Guerra Civil y a pesar de la represión a que se vieron sometidos.

Rafa

1. Bernalte, Francisca: La cultura anarquista en la República y en la Guerra Civil: los ateneos libertarios de Madrid, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).

2. Marín i Silvestre, Dolors: De la llibertat per coneixer al coneixement de la llibertat. L'adquisició de cultura en la tradició llibertària catalana durant la dictadura de Primo de Rivera i la Segona República Espanyola, Barcelona, Universitat, 1996 (tesis doctoral inédita).

3. Navarro Navarro, Francisco Javier: Ateneos y grupos ácratas. Vida y actividad cultural de las asociaciones anarquistas valencianas durante la Segunda República y la Guerra Civil, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2002, 610 páginas.

4. Como ya insinuaba más arriba, este libro recoge una parte de la tesis, aquella que hace referencia al desarrollo de la cultura anarquista a través de sus organizaciones; el análisis concreto de ésta y su vinculación con la propuesta global del anarquismo, así como la práctica de la misma por los anarquistas se ha dejado para una futura publicación.

5. Fernández Soria, Juan Manuel: Cultura y libertad. La educación en las Juventudes Libertarias (1936 1939), Valencia, Universidad de Valencia, 1996, 431 págs.; parece como si con frases de este tipo, que se prodigan excesivamente a lo largo del libro, el autor quisiera justificar la falta de planteamientos teóricos y de hipótesis de trabajo en este tipo de estudios.

6. Ibídem.


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