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El pensamiento y la acción de Valeriano Orobón Fernández
José Luis Gutiérrez Molina

Gutiérrez Molina, José Luis: Valeriano Orobón Fernández. Anarcosindicalismo y revolución en Europa (traducción de textos del alemán, Felipe Orobón Martínez), Valladolid, Libre Pensamiento, 2002, 302 págs. Precio: 8,00 euros.

Hasta el momento carecíamos de un estudio amplio y riguroso de la vida y obra de un anarcosindicalista de acción, cuya militancia fue incesante hasta su prematura muerte en junio de 1936, a los 35 años de edad.

De Valeriano Orobón Fernández se habían escrito algunos artículos conmemorativos y ciertos historiadores habían hecho alusiones a su actuación, especialmente durante la Segunda República, pero faltaba un estudio sistemático de su vida y obra. Este es el trabajo que ha llevado a cabo José Luis Gutiérrez Molina.

Ya conocemos por otros trabajos similares el talante de este investigador del anarquismo y el especial cuidado que pone en rescatar del olvido algunos personajes históricos con una trayectoria vital dedicada casi exclusivamente a sus convicciones anarquistas. Además, utilizando al personaje en cuestión como hilo conductor, ilumina grandes zonas oscuras en las cuales aquél desplegó su acción, proporcionándonos de este modo una panorámica general de la época histórica en la cual vivió, amó, combatió y murió. Esto hace que el protagonista adquiera una perspectiva mucho más amplia y se vea reforzada su biografía por la acción de aquellos que en uno u otro momento formaron parte de su vida. El resultado nos produce la sensación de una biografía colectiva, un entramado de relaciones que hace de la historia de un personaje, la suma intensificada de las historias de un grupo, más o menos numeroso, en el cual aquél aparece integrado.

La estructura del libro es bastante similar a la utilizada en otros trabajos biográficos del autor. El estudio del personaje está dividido en dos bloques: en el primero nos traza sus vicisitudes desde la cuna hasta la tumba y en el segundo se dedica a analizar de forma minuciosa su pensamiento a través de la obra que nos ha sido legada.

Para completar el trabajo, José Luis ha elaborado un inventario de la producción literaria de Orobón que, si no es exhaustivo, resulta al menos suficientemente completo para darnos una idea de la intensa actividad que también en este campo desarrolló el anarcosindicalista vallisoletano. De esta numerosa obra se ha escogido lo más selecto y su texto se ha incluido en el libro a fin de proporcionar a aquellos que quisieran profundizar en el pensamiento de Orobón un material de primera mano, cuyo acceso resultaba hasta ahora difícil y complicado.

La militancia del vallisoletano no fue muy diferente de la de muchos otros anarquistas y anarcosindicalistas de la época. Incorporado a la lucha obrera desde temprana edad, sufrió por ello encarcelamiento, persecución y exilio. Valladolid, la ciudad que lo vio nacer fue, por circunstancias azarosas, un núcleo firme de la Internacional española y se convirtió con el correr de los años en un foco de irradiación de ideas y militantes que consagraron su vida a la lucha por el ideal.

Con el fin de no dejar escapar ningún detalle por insignificante que fuera para dar vida a su personaje, José Luis Gutiérrez utiliza lo que yo denominaría el método de los flecos, al cual ya recurrió con provecho en trabajos similares; es decir, después de bucear en diferentes archivos y bibliotecas y revisar todos aquellos libros y artículos susceptibles de aportar alguna noticia relevante sobre su personaje, recoge toda esta información y la urde en una trama que proporciona al personaje un espesor suficientemente sólido, pero al mismo tiempo deja abierta la posibilidad de nuevas investigaciones en aquellos puntos sumidos en una relativa oscuridad por falta de documentación.

Aún más minucioso, si cabe, se muestra en el análisis de su producción teórica o literaria. Realiza un seguimiento casi exhaustivo de su trayectoria intelectual, intentando rastrear los orígenes de su formación desde la primera escuela racionalista que frecuentara en Valladolid. Como señala Gutiérrez, no cabe duda de que Valeriano Orobón gozó de una elevada capacidad intelectual y de una gran facilidad para los idiomas, lo cual le permitió, en momentos críticos de su vida, ganarse el sustento ejerciendo el oficio de traductor, lo que a su vez ha permitido tener editadas en castellano obras capitales del anarquismo, como la monumental biografía de Max Nettlau, el Herodoto de la anarquía, debida a la pluma del anarquista alemán Rudolf Rocker.

Incide de manera magistral en aquellos aspectos de su compromiso teórico que más relevancia tuvieron en su trayectoria militante, como el rechazo a las propuesta de los comunistas y su decidido empeño en impedir que éstos pudieran tener algún tipo de influencia en la CNT. Paralelamente desarrolló su particular reconstrucción de la sociedad tras la revolución, proponiendo como base de funcionamiento económico de la misma la estructura sindical a fin de conseguir la necesaria descentralización tanto política como económica. De hecho, Orobón afirmaba, con todo convencimiento, que el anarcosindicalismo era la fuerza revolucionaria más importante en España.

Pero su contribución más seria en la práctica fue su decidida voluntad de llegar a lograr una alianza obrera revolucionaria a fin de cerrar el paso al creciente peligro fascista, por un lado, y preparar, por otro, el camino hacia la revolución.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar que Gutiérrez Molina se muestra excesivamente cauteloso a la hora de criticar determinadas opiniones que resultan inadmisibles, especialmente vertidas por un militante de cierta significación. Que Valeriano Orobón opinara que los sindicatos deberían constituir la base del funcionamiento económico de la futura sociedad es una cuestión polémica, pero comprensible, porque había formado parte del programa de reconstrucción teórica de la sociedad revolucionaria desde los tiempos de la primera Internacional. Pero ya no resulta tan admisible su afirmación de "la necesidad biológica de la dictadura" (página 88); desde luego circunstancial y sujeta a la formación de los individuos para vivir en una sociedad libertaria. Como es natural, para Orobón "el único organismo capacitado para ejercer la dictadura en la sociedad revolucionaria eran los sindicatos".

Con toda probabilidad, este pensamiento es un producto más del impacto de la Revolución rusa y de la supuesta "eficacia" de los métodos bolcheviques en la trayectoria de la CNT y en los postulados teóricos de muchos de sus militantes, pero precisamente por eso hay que poner en evidencia, sin temor al resultado de nuestra crítica, este tipo de actitudes, de lo contrario estaríamos presuponiendo que el anarquismo es la mejor alternativa al sistema de explotación capitalista simplemente porque así lo afirmamos nosotros.

La dictadura repugna a cualquiera que tenga algún tipo de sensibilidad anarquista, quienquiera que ejerza esta dictadura; si los anarquistas no somos capaces de demostrar teórica y prácticamente que nuestros postulados son susceptibles de funcionar sin ningún tipo de coacción, entonces no se ve en qué se diferencia esta ideología de cualquier programa político autoritario.

Para acabar, quisiera señalar que los escritos de Orobón que aquí se reeditan (páginas 161-228) son una buena muestra de las inquietudes intelectuales del anarquista vallisoletano y también una selección suficientemente amplia para profundizar en su pensamiento. El primero de estos escritos, Tormenta sobre España, fue publicado en Berlín en 1931 por Der Syndicalist; se trata de un análisis muy riguroso de la situación de España a los pocos meses de ser proclamada la República y del papel que en esas circunstancias podía y debía jugar el anarcosindicalismo. Ahora por primera vez podemos leerlo en castellano gracias a la traducción de Felipe Orobón Martínez.

Paco

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