· Portada y sumario
 · Editorial
 · Esbozo de una Enciclopedia del anarquismo español
 · Vidas anarquistas
 · La cuestión de Marruecos y la República española
 · Musa libertaria
 · Supl. catálogo 2000
 · Donaciones económicas
 · Fondos fotográficos de la guerra civil
 · Anarquismo y solidaridad
 · La sangre de Santa Águeda
 · Costismo y anarquismo en las letras aragonesas
 · Mal de ojo
 · El apoyo mutuo
 · Música
 · África rebelde
 · La alternativa libertaria
 · La libertad es un bien muy preciado
 · Cuatro historias de anarquistas
 · Yo filmo que...
 · Las palabras del dominio
 · José Martínez
 · Vigilar y castigar
 · Francisco Iturralde y la enseñanza racionalista en Ferrol
 · El drama cultural del anarquismo 2
 · Luce Fabbri siempre en nuestro recuerdo
 · Oferta especial
 


África rebelde: comunalismo y anarquismo en Nigeria
Sam Mbah e Igariwey I. E.

Mbah, Sam, y I. E. Igariwey: África rebelde: comunalismo y anarquismo en Nigeria, Barcelona, Alikornio, 2000 (Disidencias, 3), 182 págs.

Poco a poco, en España se van dando a conocer otras realidades anarquistas que viven los compañeros en otros lugares. La Fundación Anselmo Lorenzo ha publicado obras como El anarquismo en Cuba y Una historia del anarquismo en Colombia, que reflejan la historia libertaria de otros países. El libro que presentamos ahora aborda el anarquismo en el continente africano, publicado por Alikornio, una atrevida editorial que apuesta por textos alternativos, lejos de la viabilidad económica de las editoriales comerciales. Desde nuestras páginas les agradecemos que se den a conocer ensayos de este tipo.

Con buen acierto, los autores nos dicen que «El anarquismo no puede verse confinado a Occidente» y esta es una de las razones para dar a conocer estos escritos. Existen organizaciones sociales al margen de la jerarquía estatal, algunas supervivientes del comunalismo previo a la formación de los Estados. Hay sociedades tradicionales africanas que carecen de organización social centralizada y de estructura de gobierno, pero pueden ser comunidades que aun sin gobierno ni Estado no se deben considerar anarquistas porque no gozan de libertad: la presencia de la esclavitud y la posición de subordinación de la mujer, propias de sociedades patriarcales, por poner dos ejemplos, imposibilitan considerarlas antiautoritarias. Sin embargo, los autores buscan las raíces en el comunalismo africano, un modelo de organización tradicional que consideran una forma de organización libertaria: disfrutan de independencia, autogestionan sus bienes y todos sus miembros participan en los asuntos de la comunidad a todos los niveles.

La filosofía anarquista tiene valores universales, pero qué duda cabe de que nuestra forma de verla, entenderla, conocerla y desarrollarla en Occidente, está filtrada por una realidad que nos circunda que en algunos aspectos es muy diferente de culturas no occidentales. En este sentido, el ensayo de Mbah e Igariwey nos inducen a reflexionar y comprender una realidad más compleja y diversa de la que a veces nos podemos imaginar. Así, el anarquismo puede verse reflejado, como muy bien analizan, en comunidades con idiosincrasias muy diferentes a las nuestras.

La situación en África es muy triste. Sometida al colonialismo europeo, principalmente inglés y francés, el continente quedó depauperado y dividido de forma artificial por las fronteras que les impusieron. Después de exponer lo que fueron algunas de las comunidades autóctonas africanas, con sus formas de organización, previas al colonialismo, los autores analizan la dominación e invasión extranjeras. En la búsqueda de materias primas, los países industriales expoliaron las riquezas naturales e impusieron el modelo de sociedad capitalista, rompiendo el tradicional comunalismo propio de estos pueblos. Tras la colonización, las distintas soluciones que se han planteado no han sido viables. El comunismo de Estado, autoritario, exportado de la URRS y de China, no sirvió como modelo, entre otras razones porque además de haber fracasado en los países de origen, era impuesto por la violencia de las armas. Parte del fracaso es justamente ese, su imposición a través de la violencia. Para que una alternativa social pueda prosperar a la larga, ha de contar con la voluntad de sus miembros. Todo lo impuesto, antes o después, sucumbe.

Tras la independencia, los gobiernos de los países africanos son fieles siervos de sus anteriores dueños. La corrupción política y económica está generalizada entre los dirigentes, muchos enriquecidos con los bienes que genera el pueblo, frente a la miseria en la que vive la mayoría. Si a esto añadimos que las relaciones de intercambio son desiguales, la crisis es profunda. África produce materias primas y bienes primarios a muy bajo precio, sin embargo ha de pagar una cantidad desmesurada a otros países por los productos acabados. De esta forma, las naciones africanas siempre están en deuda. Las soluciones que proponen el BM o el FMI, a los que se ven abocados a recurrir de forma desesperada, suelen ser peores que las enfermedades que pretenden combatir. Parece imposible salir del círculo de la pobreza.

La respuesta sindical al colonialismo por la vía de la emancipación nacional y acabar con la dominación extranjera, no supuso un cambio significativo en la vida de los trabajadores. Unos tiranos suplantaron a otros, y entre ellos siguen aliados de formas muy sutiles para continuar con la explotación. Las estructuras sociopolíticas y económicas permanecieron inalterables y los trabajadores tuvieron que seguir en la lucha contra el sistema de opresión. Los gobiernos, hábiles en su política, utilizan y enfrentan a los distintos grupos étnicos atomizando a la clase trabajadora para perpetuarse ellos en el Poder.

Otros de los males y desgracias que sufren todos los países colonizados es el militarismo. Los africanos no son una excepción. La casta militar es una pieza clave en el mantenimiento de las injusticias. Gobiernos militares y poder civil corrupto se suceden para perpetuar el sistema. La vulneración de los derechos humanos es constante y está generalizada.

Frente a este caos, situación de pobreza e injusticias que sufren estos pueblos, la solución que propone la Awareness League, organización anarcosindicalista nigeriana que forma parte de la AIT, y de la que son miembros los autores del libro, es la creación de comunas económicas gestionadas por los trabajadores, formando una red voluntaria y libre ajena al control del gobierno; una nueva organización social que tiene sus raíces en el comunalismo y que trata de abolir el Estado. Pero la solución no solo ha de ser local. Para erradicar el capitalismo internacional, la respuesta ha de ser internacional y los trabajadores deben unirse saltando las fronteras de sus respectivos países.

El título que lleva la edición española nos parece más acertado que el inglés: African anarchism. The history of a movement. En realidad, abarcar el estudio de un continente que tiene una superficie sesenta veces la de España y con tantos y tan diferentes países, difícilmente se puede exponer en 182 páginas. El libro fundamentalmente analiza situaciones generales del África y particularmente de Nigeria, Sudáfrica, Guinea, Tanzania y Ghana.

En síntesis, de forma didáctica, los autores dan a conocer de forma muy general parte de la historia e ideas libertarias del continente africano pasando por sus distintos estadios: precolonización, colonización y neocolonianismo, y aportan conocimiento de los estudios antropológicos que se han realizado de los diversos grupos humanos que habitan en África.

Amador

2002 Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo l Contacto: fal@cnt.es