· Portada y sumario
 · Editorial
 · Esbozo de una Enciclopedia del anarquismo español
 · Vidas anarquistas
 · La cuestión de Marruecos y la República española
 · Musa libertaria
 · Supl. catálogo 2000
 · Donaciones económicas
 · Fondos fotográficos de la guerra civil
 · Anarquismo y solidaridad
 · La sangre de Santa Águeda
 · Costismo y anarquismo en las letras aragonesas
 · Mal de ojo
 · El apoyo mutuo
 · Música
 · África rebelde
 · La alternativa libertaria
 · La libertad es un bien muy preciado
 · Cuatro historias de anarquistas
 · Yo filmo que...
 · Las palabras del dominio
 · José Martínez
 · Vigilar y castigar
 · Francisco Iturralde y la enseñanza racionalista en Ferrol
 · El drama cultural del anarquismo 2
 · Luce Fabbri siempre en nuestro recuerdo
 · Oferta especial
 

La cuestión de Marruecos y la República española
Abel Paz

Paz, Abel: La cuestión de Marruecos y la República española, Madrid, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2000, 238 págs.

No es victimismo decir que el anarquismo, sus hombres, sus organizaciones, no gozan de demasiada buena fama entre los hacedores de historia. Bueno, entre quienes, desde cátedras y poltronas universitarias, pretenden tener el monopolio del 'rigor', de la 'verdad' histórica. Declaración -y viene al pelo el dicho de «dime de qué presumes y te diré de qué careces»- que no pretende sino ocultar el papel que, junto a las otras llamadas ciencias, le asigna el mundo capitalista: fijar lo políticamente correcto, cómo fue el pasado y qué será posible en el futuro. Algo así como la Real Academia hace para la lengua: fijar y dar esplendor.

En el mejor de los casos el retrato que del mundo libertario se hace es el de algo muerto, y bien enterrado, que corresponde a una etapa 'pre-moderna' de la sociedad española, propia de atrasados campesinos y proletarios faltos de conciencia de clase. Aunque lo normal es que se le caricaturice como adicto a la violencia -así recientemente ha hecho Santos Juliá- o a la continua algarada. En escasas ocasiones aparecen referencias a sus actividades como introductor de las modernas corrientes pedagógicas; a la lucha de sus militantes en el ámbito sindical por el mejoramiento de las condiciones laborales o que las ideas libertarias vertebraron la, en mi opinión, última aportación europea a una sociedad más justa: la Revolución española de 1936.

No debe, por tanto, extrañar que tenga que deberse a un autor alejado de los círculos historiográficos un trabajo sobre una cuestión que ha pasado prácticamente desapercibida en los estudios sobre el conflicto 1936-1939: el papel que tuvo Marruecos. Tanto la zona del 'protectorado' español, como la del francés. Porque como dice Abel Paz, en las primeras páginas de su obra, resulta difícil pensar que nadie, ni siquiera el gobierno republicano, hubiera obviado el peligro del ejército español en Marruecos, el único con experiencia bélica, y sus tropas mercenarias, ya utilizadas en la Península durante el octubre asturiano.
La respuesta nos la proporciona la lectura del libro: fue un tema que si alguien quiso 'moverlo' fueron los anarquistas y si alguien quiso 'pararlo' fueron, precisamente, los gobernantes republicanos. Como en otras tantas ocasiones la apelación a la 'actitud internacional' fue la excusa por la que se escapaban los efluvios, y no de ámbar precisamente, que escribió Cervantes en El Quijote, de republicanos, socialistas y comunistas producto de su miedo a la Revolución que se vivía. La que hoy, más de medio siglo después, se pretende sepultar bajo el peso de las toneladas de páginas que se escriben sobre algo que no existió o fue marginal a los intereses de la mayoría de la población española.

Desde esta perspectiva no resulta extraño que historietógrafos y similares lo pasaran por alto. Resultan muy contradictorias, con esa imagen de ágrafos aficionados a la dinamita, las gestiones que, a comienzos del otoño de 1936, efectuaron para llegar a un acuerdo con los nacionalistas marroquíes con el fin de amotinar el territorio desde el que se abastecían de armas y hombres los sublevados. Contactos boicoteados por el recelo y la oposición del gobierno de Largo Caballero que apeló a los 'compromisos internacionales' de España. Fue Indalecio Prieto, a la sazón ministro de Marina y Aire, quien transmitió, antes de que lo hiciera el propio Caballero, la prioridad gubernamental. No es extraño, cinco años antes había invocado a los mismos intereses para proteger a la empresa norteamericana ITT, propietaria de la Compañía Telefónica de España, contra las reivindicaciones de sus trabajadores en huelga por el reconocimiento de sus derechos sindicales. Prieto, en pocos meses, había olvidado su ardorosa intervención en el Ateneo de Madrid, en abril de 1930, en la que calificó el trato que la empresa estadounidense daba a los trabajadores españoles, como parecido al que se le daba a los negros de las colonias.

Abel Paz, de quien basta con recordar sus libros autobiográficos y la monumental biografía de Buenaventura Durruti, ha tenido el acierto de escribir el libro como si fuera el sumario de un crimen. Algo no muy lejano a la actitud de muchos de los protagonistas de los hechos y, posteriormente, de los sacerdotes encargados de mantener el fuego de la diosa Clío. A modo de indagación, durante tres décadas, ha rastreado aquí y allí, ha consultado bibliografía, se ha
entrevistado o carteado con protagonistas y buscado documentación hasta reunir las pruebas que testimonian las gestiones que García Oliver, con el conocimiento del comité nacional de la CNT y de la AIT, realizó para contactar, y llegar a un acuerdo, con el Comité de Acción Marroquí, nacionalista, con el fin de insurreccionar el Marruecos español.

A lo largo de las páginas desfilan, de forma minuciosa, los pasos que ha dado el autor hasta llegar a su objetivo; la secuencia de los acontecimientos; las argumentaciones de todas las partes implicadas hasta el fracaso de las conversaciones; las interpretaciones que, posteriormente, dieron unos y otros protagonistas, personas indirectamente implicadas y los pocos historiadores que, de forma más o menos tangencial, se han acercado al asunto. El resultado es un ameno libro, con la fácil prosa a la que nos tiene acostumbrado, que tiene, además, la virtud de reproducir documentación y unas nada desdeñables notas biográficas de gran utilidad para que el lector se desenvuelva con comodidad por los acontecimientos, conociendo mejor a sus protagonistas.

Algún académico puntilloso, seguramente, podrá escribir que falta tal o cual archivo por consultar o que se ha dejado de citar ese libro esencial, que no ha salido de los anaqueles de alguna prestigiosa universidad y sólo es conocido por los iniciados. No importa, La cuestión de Marruecos y la República española sitúa el tema en los términos justos. En los que importan para sacar a la luz, lo que más le interesa a algunos que permanezca en las tinieblas: que en la España del verano de 1936 se estaba produciendo una revolución. Revolución que ni a socialistas, comunistas y republicanos le interesaba. Como tampoco a las democracias europeas que preferían pactar con Hitler y los rebeldes españoles antes de que el pueblo en armas pusiera de manifiesto que era posible vivir de forma más justa.

Recomendar su lectura es algo redundante con lo que lleva el lector leído. El mejor deseo que puedo expresar es que se compre, se lea y, después, se recomiende y se extienda a viva voz para superar el muro que, intereses y propias debilidades, impide que se oiga por todos lados la voz que grita que la anarquía, los anarquistas españoles, no son esa mala caricatura que suele mal pintarse. Finalmente no puedo dejar de desear, con todo cariño, a Abel Paz que siga escribiendo y conservando ese endiablado humor sin el que el autor no sería quien es.

José Luis Gutiérrez Molina

2002 Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo l Contacto: fal@cnt.es