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Anarquismo y solidaridad. Gira por España de un anarquista cubano

Ateneo de Madrid, presentación del libro. Manuel Carlos, Frank Fernández y Campillo

Ya a finales del mes de noviembre del pasado año y por una invitación que se me hizo de parte de la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo de Madrid, me trasladé a España con la misión de presentar mi libro El anarquismo en Cuba en varias ciudades de la Península. La iniciativa me pareció excelente, pues me facilitaba la oportunidad no sólo de ayudar a la difusión de mi obra, sino además conocer y tratar personalmente a muchos compañeros españoles y explicar de forma clara la tragedia que sufre el pueblo cubano. En este viaje tuve la ocasión de poder conocer interiormente la situación del movimiento libertario en España, lleno de juventud y de ideas, y al verdadero pueblo español, impaciente y trabajador, cosa un poco difícil para cualquier turista pero muy importante para un viajero que, como el que escribe, gusta de apreciar el fondo y no la forma de este complejo mundo que no puede sernos indiferente.

Puedo escribir con entera franqueza que fui recibido por todos los compañeros que tuve el gusto de conocer y apreciar con esa solidaridad y generosidad que ha caracterizado a todos los anarquistas en cualquier parte del planeta que he podido visitar, pero el caso especial de haber podido compartir y convivir, aunque haya sido por poco tiempo, con compañeros que siempre se mostraron atentos y fraternales fue una experiencia personal memorable.

Trataré de relatar en pocas líneas mis vivencias, que siempre serán recordadas por mí, pues representaron lo mejor del anarquismo español en nuestros días. Se me debe perdonar que no pueda mencionar a casi todos los que con mi persona tuvieron afecto y simpatía pues fueron varias docenas de compañeros/as y mi memoria me traiciona y se vuelve un poco estrecha por el trasiego y el cansancio. A estos compañeros cuyos nombres sin querer he pasado por alto les pido mis disculpas.

Llegué a Madrid el 27 de noviembre, siendo bienvenido por Manuel Carlos, que después de llevarme a su apartamento de Vallecas, donde residí en mi estancia en Madrid y donde recibí todo tipo de atenciones por su parte y de su compañera Antonia, nos trasladamos al local de la Fundación en Villaverde. Conocí a mi próximo compañero de viaje, José Ramón, y las instalaciones que guardan todos los documentos importantes del anarquismo español e internacional. Al día siguiente, el 28, nos dirigimos en tren hacia Sevilla, donde fuimos recibidos con una atención esmerada por Fernando, que fue el responsable de mi presentación en la Universidad de Sevilla. La conferencia, que pronto se convertiría en debate, se desarrolló con alguna tensión por parte de los amigos que tiene el régimen castrista en Sevilla, los inevitables soplones del Consulado Cubano, los que sin mucho éxito trataron de sabotear el acto. Siempre consideré la posibilidad que desde el público se me confrontara con el terrorismo verbal a que están acostumbrados estos sujetos y no me sorprendió su actitud; por el contrario, la deseaba, pues la confrontación con estos Comités de Defensa de la Revolución que también operan en el exterior ayudaba a probar mis opiniones. Debido a su falta de argumentos hubieron de rebajarse al insulto personal pero ni eso les dio resultado. Debo agregar que los compañeros de Sevilla supieron ponerse de mi parte y la conferencia terminó sin otro incidente. Al otro día, antes de regresar a Madrid, Fernando me mostró el local de CNT/AIT y su enorme salón de conferencias. La recepción de los compañeros de Sevilla no pudo ser más solidaria y espontánea.

El día 29 en Madrid, ya de regreso de Andalucía, presenté en el Ateneo con la ayuda de Manuel Carlos y el ilustre Campillo, que había anunciado el acto en su programa de radio. El acto se desarrolló muy bien y después me invitaron a cenar los compañeros en ese viejo Madrid del que todos hablan y casi nadie conoce. El 30 nos trasladamos en dirección a Valladolid, donde llegamos por la tarde bajo lluvia pertinaz. Me llevaron al Sindicato de Oficios Varios, donde tienen una excelente biblioteca, de allí al Centro Cívico, donde presenté de nuevo y respondí a todas las preguntas que se me hicieron. De vuelta a Madrid para presentar la noche de diciembre primero en el local de la CNT/AIT de la Plaza Tirso de Molina y tener la oportunidad de conocer a más compañeros incluyendo a algunos que compartieron conmigo en 1979 cuando el desdichado V Congreso.

Camino esta vez de Extremadura, por los vericuetos montañosos de la Sierra de Gredos en dirección a Hervás, para acudir a las Jornadas Libertarias de la Fundación Pío Sopena, que me había invitado a participar el 2 de diciembre para presentar mi libro. La recepción no pudo ser más cordial y generosa por parte de compañeros que residían en la ciudad, Cáceres y sus alrededores, en un lugar maravilloso del Valle de Ambroz llamado El Pinajarro, un camping que nos acogió con extrema solidaridad y cariño. El amigo Pascual fue nuestro compañero de charla y se mantuvo dentro de la cordialidad típica de los compañeros de la región, por lo que el intenso frío de la zona no surtió efecto en mis huesos debido al calor humano que recibí por parte de todos. Al día siguiente, pudimos apreciar ese monumento que es el viejo Hervás, anclado en la Edad Media española.

Me trasladé a Granada en autobús el 5 de diciembre para presentar esa noche en las Jornadas Culturales del XXI Congreso de la AIT a celebrar en esos días en esa bella ciudad andaluza. Sin la intensidad de la charla de Sevilla, se produjo otra confrontación con elementos granadinos que más por el romanticismo florido de los andaluces que por verdadera simpatía defienden al castrismo, al cual denominan, desacertadamente, como la 'revolución cubana'. De nuevo el debate con los mismos argumentos en pro y en contra. Al final interviene con acierto García Rúa para definir campos ideológicos y establecer criterios libertarios.

Visité el Congreso de la AIT, donde saludé a antiguos compañeros que venían de muy lejos, como los sufridos ácratas de Moscú que había conocido en esa ciudad en el verano. Visité, como era de rigor, la Alhambra en compañía del compañero de Colombia Lucho, y por las noches ambos navegamos en el 'Barquito' de nuestro querido y admirado Paco Cabello y su compañera, en compañía de compañeros granadinos y delegaciones extranjeras. Charlamos con la secretaria general Ana Sigüenza y la impresión que nos llevamos no pudo haber sido más grata y emotiva. Como siempre, fueron unas jornadas solidarias y fraternales que siempre recordaré con agrado.

Regreso a Madrid, esta vez con dirección a Euskadi, al norte frío y montañoso de España. Desde el momento en que el tren abandona Burgos se percibe que se ha entrado en otro país. Ni el paisaje, ni la arquitectura, ni las gentes son las mismas que se han dejado atrás. El País Vasco representa otro carácter y otra cultura. Pero para mi sorpresa los compañeros de Donostia, Vitoria, o Bilbo, son tan solidarios y fraternales con mi persona como los de las provincias visitadas. Aunque parcos y serios, en contraste con la hipérbole andaluza, la locuacidad de los extremeños y el sentido del humor de los castellanos, los vascos son gentes muy organizados y saben hacer las cosas muy bien. En San Sebastián, el 12, dimos la charla con la compañera Daniela en la Marina Txiki y la acogida fue calurosa y sincera. Nos trasladamos el 13 a Vitoria, camino de Bergara y Mondragón, lugar donde se desarrollaron lo hechos narrados en mi libro La sangre de Santa Águeda, en la grata compañía de Iñaki y su compañera que tan bien me trataron en este periplo. Ya en Vitoria la noche del día 14, dimos la charla en la Casa de la Cultura en compañía del compañero Juan Gómez, después tuve la oportunidad de conocer a mi admirado Miguel Íñiguez, fraternal y generoso con el viajero que escribe libros de Historia.

Finalizamos en Bilbao, el 14 de diciembre, ya físicamente y mentalmente agotados por el esfuerzo. En una librería del casco viejo de la ciudad tuvimos el último debate. La presentación del libro quedó en segundo plano, lo que parecía llamar la atención de los concurrentes era que se atacara en mi obra y con el autor presente la sagrada 'revolución cubana', esto parecía algo realmente poco usual en Bilbao y por supuesto que, como en Sevilla, hube de manifestar mi más airada protesta en contra del sistema totalitario que oprime al pueblo cubano. Por su puesto para mí, no sólo salieron en mi defensa algunos compañeros sino una mujer libre de la que sólo recuerdo su sinceridad y no su nombre y la que supo defender mis criterios con su experiencia personal, de haber vivido y sufrido en Cuba la opresiòn del gobierno por sus preferencias sexuales y su amor a la libertad. Al final, y ya terminado el acto, se me acusó en privado de 'mentiroso' por el sujeto que dirige la librería y que al parecer quería quedar bien con alguien que, no de acuerdo con mis opiniones, le echó en cara mi
charla.

De regreso a la etapa final del recorrido en Madrid, reviso en El Rastro bajo la llovizna y el frío de la sierra, viejos libros en la compañía de mis compañeros madrileños, José Ramón, Miguel Ángel, Florentino y Manuel Carlos. Sólo me queda la despedida en Barajas con estos dos últimos compañeros mencionados y agradecerles todas las atenciones recibidas.

Me llevo el recuerdo de 20 día en España vividos dentro de un verdadero anarquismo solidario. No podía terminar estas cuartillas sin agradecerles a todos y cada uno de aquellos que tuve el gusto de conocer, todo su buen sentido del humor, su calor humano, su sinceridad y toda la fraternidad con que recibieron a este compañero cubano, exiliado y viajero de su país y la solidaridad mostrada por la libertad de Cuba que a fin de cuentas es también la causa común por la que luchamos todos los anarquistas del mundo.

Frank Fernández

Email remitido por William Navarrete, corresponsal de Cuba Nuestra en París:

Ayer en la Maison de l'Amérique Latine, de París, hubo una conferencia titulada «Anarquismo y marxismo en Cuba». Del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana vino la profesora María del Pilar Castañón que leyó (en francés) su ponencia sobre este tema.

Hablando del anarquismo en Cuba, la Sra. Castañón dijo, en un arranque de sapiencia, que el movimiento anarquista en Cuba había terminado con el fin de la revolución de 1933 y la huida de Machado. Tuvo mala suerte porque en la sala estaban presentes viejos anarquistas españoles y latinoamericanos residentes en París y muchos de ellos animadores de la Radio Libertaire (89.4 FM) de París que rebatieron lo que decía e incluso le dijeron que el movimiento anarquista en Cuba terminó en 1961 con el éxodo de todos sus miembros. El próximo sábado a las 7 los anarquistas de la radio dedicarán, su programa a este asunto. La Sra. Castañón ignoraba que después de 1933 habían existido congresos anarquistas importantes en La Habana y lo peor fue que dijo que ponía la cabeza en el cadalso si no decía la verdad. Personalmente dije, en medio de la sala, que la fuera poniendo y la remití al libro de Frank Fernández El anarquismo en Cuba (Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2000), donde el autor incluso habla de la militancia del padre de Camilo Cienfuegos en el seno del movimiento anarquista obrero cubano hacia 1955. La segunda parte de la conferencia fue la peor: el marxismo en Cuba. Habló, como se imaginan, de los errores del pasado, de que F. Castro había previsto el fin del campo socialista en Europa del Este, que en Cuba todos los jóvenes habían sido revolucionarios (aun sin saberlo), que el comunismo cubano había sido tropical y por tanto muy diferente al ruso, que en Cuba había 9 millones de personas que paradójicamente no querían irse, etc. Esta señora es una de las más tendenciosas que he visto en mi vida y tanto Javier de Castro como yo, que estábamos presentes, nos dimos cuenta de que venía apoyada por la Embajada. Cuando pedí la palabra se lo hice saber y le rebatí al menos cinco puntos que había tratado. En medio de mi intervención le aclaré que comprendía que no pudiera expresarse libremente «porque de costumbre la Embajada suele colocar a sus espías en estos actos». Y, momento divertido del debate, dos cacatúas de la Embajada se volvieron hacia Javier y hacia mí y dijeron: «Las de la Embajada somos nosotras y ya los tomamos en fotos». Lo de las fotos no era cierto pero de que grabaron todo el tiempo sí lo es, pues tenían sus grabadoras encendidas.

A todas estas al final me le acerqué a la Sra. Calderón y le extendí todos los números del boletín de la Asociación del Centenario, y ella, en un aparte, me dijo, mirando a ver si no era espiada por las de la Embajada, que «lo que habíamos formado allí era lo que ella desde el principio quería evitar porque los trapos sucios se lavaban en casa». Yo respondí: «señora, Ud. tiene casa en donde lavarlos pero a mí la mía me la quitaron y lo que tengo en Francia, a Dios gracias, es un pressing que funciona de maravillas».
Esto es todo. Hubo más, pero no voy a cansarlos. Uds. conocen esta gentuza. Sólo los anarquistas y Javier de Castro y yo viramos aquello al revés. Los demás que allí estaban se quedaron espantados y al parecer eran del círculo de amigos de los filósofos de la Universidad de La Habana. Creo que terminaron comiendo en un restaurante cubano festejando no sabemos qué.

Hasta pronto.

William
17 de enero de 2001

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